El ciego que no quería oír

Y este objetivo solo se logra mediante convocatoria pública por medio de los principales diarios de EE. UU. y Europa Occidental, principalmente.

Si el Ecuador no publica la convocatoria a licitación para contratar a una empresa privada que se encargue por su cuenta de reparar y en adelante administrar la Refinería de Petróleo de Esmeraldas, mediante avisos publicados en los diarios de las ciudades extranjeras donde radican los centros financieros del mundo: Londres, Nueva York, Hong Kong, Tokio, Fráncfort, Bruselas y otras, no merecerá crédito y habrá creado otra fuente de corrupción.

Sin duda, los empresarios que persiguen las licitaciones del Ecuador, después de las coimas de Odebrecht y de la licitación de los radares chinos obsoletos y de las aeronaves que originaron el asesinato del general Gabela, y de la tres veces convocada licitación del dragado del islote del río Guayas, los de Coca Codo Sinclair son los aventureros, los tramposos de siempre. No solo que lo aconsejan la experiencia y la prudencia, lo impone la ley.

La ley prescribe: “Art. 12. De la Selección del Gestor Privado. La selección del gestor privado se efectuará mediante concurso público”. Según el diccionario, ‘concurso’ es la “competencia entre quienes aspiran a encargarse de ejecutar una obra o prestar un servicio bajo determinadas condiciones a fin de elegir la propuesta que ofrezca mejores ventajas”. Y ‘público’ significa “de todos o para todos”. En consecuencia, la autoridad solo puede conocer a los gestores privados mediante el concurso. Es ilícito que la autoridad los busque e inmoral que viaje a otro país a contactarlos, o que invite en reserva a quienes suponga interesados, porque entonces no hay concurso de todos los que pueden concursar, impera la intención dolosa de contratar solo a los previamente seleccionados por la autoridad, burlándose de la letra de la ley, fingiendo un concurso de dos o tres.

La única forma lícita de cumplir con la ley es, al contrario, no dirigirse a ninguna empresa en particular y convocar a todas las empresas que en el mundo puedan tener interés en financiar o construir una obra, o prestar un servicio. Y este objetivo solo se logra mediante convocatoria pública por medio de los principales diarios de EE. UU. y Europa Occidental, principalmente.

Jaime Damerval