Correa fue calificado como el maligno por un dirigente político en una entrevista de TV. Al término de diez años de su gobierno dejó al país prácticamente como un Estado narcopolítico, donde jueces, autoridades de control, grupos de policías y del Ejército, y asambleístas quedaron comprometidos con los delincuentes, carteles con diferentes nombres, dominando con dinero o amenazas de muerte. Había relativa calma de parte de los carteles pues estaban “en su papayal”, con transporte libre para la droga. Correa, con dinero del pueblo, haciendo carreteras, hidroeléctricas, escuelas del milenio, etc., unas mal hechas, pero todas con sobreprecio hasta del 100 % para la repartición entre los discípulos. Por ejemplo, $ 76 millones declarados públicamente como soborno en la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. En la Refinería del Pacífico, suspendida pero “gastados” $ 1.500 millones en nivelación y limpieza del terreno, supongo también hubo soborno. Volver al pasado, con semejante experiencia, como pregona en sus discursos la candidata Luisa González para calmar a los delincuentes sería una ‘calma chicha’: los delincuentes tendrían franquicia libre para transportar droga. Lasso inició el combate contra ellos, Villavicencio denunció públicamente y ofreció limpieza, entonces se levantó el avispero y lo asesinaron. ¿Tiene poder el maligno? Claro, a sus discípulos les lavó el cerebro y les gravó que lo malo es bueno. ¿Volver al pasado con él? Dios no lo permita.

Nelson Ramos Paredes