Cartas de lectores | Revocatoria al alcalde de Quito
Apoyaré, eso sí, acciones que cuestionen puntualmente alguna medida contraria a los intereses ciudadanos
No soy correísta y, obviamente, no voté por el señor Pabel Muñoz para alcalde de Quito. Sin embargo, el juego democrático está vigente y hay que reconocerlo: él es el alcalde de mi lindo Quito. Nací hace 71 años en el barrio de San Marcos de esta ciudad, con ancestros quiteños, lo que me da la legitimidad de emitir una modesta opinión al respecto. Quito, como todas las grandes ciudades, es de una gran complejidad en su administración. El número de habitantes, de parroquias rurales, urbanas; problemas de movilidad, salud, seguridad, convivencia etc., etc., requiere autoridades con gran capacidad administrativa y técnica, más que política, pues cuando esta (la política) entra en la administración o en la oposición, todo se distorsiona y los sentimientos suplen los razonamientos con resultados nefastos para la ciudad. No creo que el señor Muñoz está haciendo una gran alcaldía, pero eso tenemos y está a la mitad del periodo, con tiempo para que su gestión sea visible para todos, no solo para su círculo de áulicos que con fanatismo pregonan la gestión. Por esta razón y el antecedente expuesto, no es para nada conveniente que se le destituya, sino más bien, que se le exija más trabajo. Hay mecanismos para ello. El costo del proceso sería un recurso desperdiciado, sin ningún beneficio para la ciudad, pues quien lo suceda deberá iniciar su gestión casi ‘ad portas’ de finalizar el periodo. Sugiero a los promotores de tal destitución que más bien orienten su labor en recoger firmas para que la iniciativa ciudadana pueda promover un cambio en la legislatura, a fin que los alcaldes y prefectos sean elegidos en dos vueltas, al igual que la elección presidencial. Así nos evitaremos que haya autoridades elegidas por uno de cada cuatro o cinco votantes, como sucede en la actualidad y nos evitaríamos estar ‘botando’ autoridades cuando no son de nuestro agrado. Coherente con lo dicho, no firmaré la destitución del alcalde, pese a que no comulgo con su ideología política ni le di mi voto, lo que no es un respaldo personal, sino a la estabilidad que toda urbe necesita para su progreso. Apoyaré, eso sí, acciones que cuestionen puntualmente alguna medida contraria a los intereses ciudadanos, y reaccionaré para exigir el cumplimiento de sus obligaciones como primera autoridad de mi lindo Quito.
Luis Eduardo Páez Rosero