Cartas de lectores: Nadie tiene derecho a destruir vidas

Si los padres de familia no aceptan nuevas mascotas, deben ordenar a sus hijos que las devuelvan a su hábitat

La infamia y la delincuencia no descartan a nadie, incluyendo a animales. Baby Yoda era una gatiahijada de mi sector, la cuide desde pequeña. Estaba esterilizada. El resultado de su operación fue tan exitoso que causaba envidia; quienes la veían comentaban: “solo por la marca de la oreja se sabe que es ligada pues anda feliz de la vida; en cambio las mías todas están marchitas, no pueden ni caminar”. Cuando escuchaba esos comentarios, les decía que todo depende de cómo se realice la cirugía y en especial de que no le hagan corte sesgado, dado que ello rompe cinco músculos, reduciendo agilidad en el movimiento, lo que no es recomendado para una mascota comunitaria que enfrenta peligro de atropello, golpiza y ataques de animales y humanos. Baby Yoda desapareció el 01-ago-2023 y no he dejado de buscarla. Ayer descubrí al culpable. Un joven quiso llevarse otro gato y al reclamarle me dijo: “por donde voy me llevo el gato que me gusta, a ver si mi mamá me deja tenerlo. Si no acepta, lo dejo cerca de mi casa por si ella cambia de opinión. Alguien lo alimentará y si muere, el gato es salado. Así me lleve a la Baby y la deje por ahí”. Le pregunté por qué no la devolvió a su hábitat y respondió: “eso es hacerlo fácil al gato, ya he hecho esto 20 veces”. Si los padres de familia no aceptan nuevas mascotas, deben ordenar a sus hijos que las devuelvan a su hábitat para que no caigan en el infortunio.

Marysol del Castillo