Cartas de lectores | ¡Mi Guayaquil del alma!
Es injusto que hoy estemos encerrados en nuestros hogares en fatal indefensión
¡Hoy me inclino ante ti!, ciudad querida, y te pido con mi alma tu vivir, no permitas que te sigan destruyendo los malos hijos que te azotan y hacen sufrir.
¡No desmayes Guayaquil de mis ancestros! Ni te duermas con apatía y mezquindad. Tu insignia es ser luz para el alma y coraza para darnos seguridad.
¡No toleres que nos cubra la indolencia! Y que el crimen se recree en la ciudad; están matando la paz que se vivía y el miedo hoy lo siembran sin piedad.
¡No claudiques ante la corrupción!, que hoy nos devora, ni dejes que el honor llegue a su fin; los guayaquileños nos sentimos impotentes ante el mal enquistado en el pensil.
Es injusto que hoy estemos encerrados en nuestros hogares en fatal indefensión, la calle tiene peligros inminentes y estamos paralizados sin reacción.
Los negocios cerrando ya sus puertas por las vacunas y amenazas sin piedad, el secuestro es pan del día sin motivo; las noches... perdieron sonoridad.
La tarde al caer cierra sus alas dando paso a la negra oscuridad, nadie transita por las calles, hay peligro; se vive un ambiente fantasmal.
¡No te mueras Guayaquil de mis pasiones! Que no destruyan el amor que late en ti; eres el corazón de la patria, hospitalaria, y de nobleza sin fin.
¡No consientas que el desprecio cunda en tus hijos hacia el porvenir!, merecemos un futuro dichoso y un presente digno de vivir.
¡Rompe altiva cadenas malditas! No transes con el enemigo vil; la violencia genera desgracia y ellos desean verte sucumbir.
¡Despierta, Guayaquil, Perla preciosa! Que el Guayas y el Salado te eternizan, son el ancla que anida tus recuerdos y la gloria que te envuelve con su brisa. Pero no dejes que tus hijos te avasallen, ni que te dobleguen con dolor y con malicia; yérguete poderosa sin temor.
¡Debemos dar la vida por ti, con justicia!
Myrna Jurado de Cobo