Cartas de lectores: El Dios de la Biblia es también Dios del genoma
Dios tiene que ser un asombroso físico y matemático
El hombre siempre ha podido admirar la creación de Dios en la espléndida montaña, la belleza de la orquídea o el colibrí, en la esbelta estampa del jaguar, en el vuelo majestuoso del cóndor, en la enorme y pacífica ballena, en la espiral del caracol, las semillas del girasol o las galaxias, en el día y el sol, en la noche y la luna.
La ciencia nos ha permitido admirar Su creación desde lo más pequeño, lo ajeno a nuestros ojos, su lenguaje, el código de la vida escrito con segmentos de ADN (código genético). Nos ha revelado las asombrosas constantes que mantienen el universo en su perfecto equilibrio: la fuerza de gravitación de Newton , la velocidad de la luz o la constante de Planck de la física cuántica.
Dios tiene que ser un asombroso físico y matemático. Las nuevas tecnologías nos permiten leer y buscar con enorme facilidad los mejores textos según las inquietudes y el momento espiritual, en los Evangelios, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, Las Confesiones de San Agustín.
La historia de esta generación nos ha permitido por primera vez en casi 600 años tener un Papa reinante y uno emérito, un humilde carismático latinoamericano y un alemán sobrio y erudito de la fe. Vimos caminar juntos en India o Roma a San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta. Muchos hemos asistido a una misa campal presidida por papa Juan Pablo II (1985) y papa Francisco (2015). El Dios de la Biblia es el Dios del genoma, se lo puede adorar en la catedral o en el laboratorio. (Francis Collins, genetista, director del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano)