Cartas de lectores | Cultura de tolerancia: ruta hacia el gran objetivo nacional

Aún es tiempo de recomponer el camino, de rectificar, de lograr unidad nacional, concordia y bienestar colectivo

En las actuales circunstancias debemos mostrar interés, respeto, educación, solidaridad y compromiso en comenzar a edificar un país digno para nosotros y para las generaciones del mañana. Los ciudadanos no somos enemigos unos de otros, en ocasiones somos adversarios en nuestra perspectiva al analizar las cosas o en las soluciones a adoptar para resolver problemas comunes. Sin embargo, poco a poco el influjo de estrategas políticos -de izquierdas, muchas veces foráneos- han ido envenenado la atmósfera del país; las palabras de a poco se han ido tornando crudas e hirientes. Los políticos y personas sencillas o conservadoras han sido empujados al odio, la violencia, el resentimiento y de manera convincente cada vez más a considerar que el modelo político democrático que hemos vivido ya no es útil para nuestra convivencia en paz y concordia. Los problemas que hemos enfrentado por décadas, graves muchos de ellos, no han logrado separarnos ni dividirnos. Las luchas electorales y diferencias entre políticos de pensamientos diversos, sí lo están logrando ahora; dividir, crear brechas de resentimientos irreconciliables entre nosotros. De seguir el país por esta ruta, sin confianza ni respeto a quienes gobiernan, educan, enjuician y legislan, se podría producir un estallido de violencia al acabarse el camino, y las cicatrices no sanarán en generaciones. ¿Qué queremos? ¿Qué añoramos alcanzar que nada parece bien a todos y todo parece mal a muchos? Aún es tiempo de recomponer el camino, de rectificar, de lograr unidad nacional, concordia y bienestar colectivo; de reencontrarnos con fraternidad y entendimiento entre compatriotas. Una cultura de hermandad y tolerancia sería la ruta hacia el gran objetivo nacional de volver a ser otra vez un país de paz, no el país de hoy, donde imperan la inseguridad, violencia y muerte. Aunque cueste, debemos todos, en especial la clase política, reflexionar en serenidad y solemnemente rectificar los errores que han sumido a Ecuador en el estado de postración que vivimos.

Mario Vargas Ochoa