Cartas de lectores: Compliance y lavado de dinero
Se debe fomentar desde la alta administración el apoyo de una cultura de integridad
Prevenir el lavado de dinero es una obligación legal y una decisión estratégica para mitigar riesgos. El área de compliance tradicionalmente es vista como técnica; hoy se ha convertido en una función importante para proteger la sostenibilidad y buena reputación de las organizaciones. El compliance -o cumplimiento normativo- es el conjunto de políticas, procedimientos y controles que garantizan que una organización actúe conforme a la ley, reglamentos y sus propios principios éticos. Va más allá de evitar sanciones: se trata de construir confianza.
El lavado de dinero es el proceso por el cual se oculta el origen ilícito de fondos obtenidos a través de delitos como corrupción, narcotráfico, evasión fiscal, extorsión, secuestro, minería ilegal, fraude, etc. Ocurre generalmente en tres etapas. Colocación: el ingreso de dinero ilícito al sistema financiero tradicional, por ej., a través de depósitos en efectivo o compras de bienes generalmente de alto valor. Estratificación: la realización de múltiples transacciones financieras en diferentes jurisdicciones para dificultar el rastreo de los entes de control y borrar el origen y rastro de fondos ilícitos.
Integración: la reintroducción del dinero ya ‘limpio’ a la economía formal mediante inversiones, adquisiciones o negocios legítimos para que los disfruten sus reales beneficiarios finales en cualquier parte del mundo. Un sistema eficaz y robusto de cumplimiento antilavado de dinero debe incluir: KYC (Know Your Customer): conocer al cliente, su actividad económica, el origen de sus fondos y poder identificar su perfil de riesgo.
Monitoreo continuo de operaciones: detectar y analizar transacciones inusuales o incoherentes que no tengan relación con el perfil comercial del cliente. Reportes: informar a las autoridades competentes cuando se identifique alguna señal de alerta. Capacitación continua: formar a todo el personal en la detección de riesgos, ética y en procedimientos de prevención AML. Controles internos y auditoría: evaluar regularmente la efectividad del programa y adaptarse a cambios regulatorios y del contexto real del riesgo. Se debe fomentar desde la alta administración el apoyo de una cultura de integridad.
Jorge Sanyer