Cartas de lectores: El cochino silencio de Carlos Pólit

Luego de Glas es el segundo pez gordo atrapado; vendrán muchos más que obligarán a expandir La Roca

Un silencio doloroso e impotente que contrasta con las chacotas llamadas Audiencias públicas, dirigidas por Carlos Pólit. Según Diario EXPRESO, consistían en salones enormes, con miles de sillas, amplificadores, pantalla gigante, reflectores de tramoya, ecualizadores, computadoras portátiles y en las sillas, burócratas, funcionarios, mandos medios de organismos del Estado, concejales, consejeros, asambleístas, gerentes de empresas públicas, jueces, fiscales, oficiales de Policía y FF. AA. El personal de protocolo de Contraloría repartía folletos, trípticos, cuadernillos sobre las funciones de Contraloría. Todo ello para ejercitar mecanismos de control y demostrar su poder construyendo un imperio de sobornos millonarios. Eran los tiempos de vacas gordas donde en Brasil, Marcelo Odebrecht repartía dinero sucio eficientemente administrado por la Revolución Ciudadana y su contralor propio, Carlos Pólit, calificado 100/100, ubicándolo en un pedestal inalcanzable para el resto de mortales, pero que no le sirvió para enfrentar a la justicia ecuatoriana y mucho peor a la de EE.UU. Una vez descubierto el ilícito denominado ‘Lava Jato’, el juez Sergio Moro castigó con 19 años de prisión a M. Odebrecht, que se redujeron a 10 por delación premiada, a siete por barrer el Hospital de Clínicas de San Pablo y a ninguno por llamarse M. Odebrecht, millonario engreído que consultado cómo hizo para sobornar a los altos ejecutivos de los países, incluidos presidentes, respondió: “yo no he corrompido a nadie, cuando los conocí, todos estaban bien podridos”. Tuvo razón. Toda Audiencia Pública de Pólit terminaba con la presentación de un cómic institucional y la invitación a la gente congregada a que presente peticiones y reclamos que él solucionaría en orden de presentación, demostrando quién llevaba la sartén por el mango en el mapa de la corrupción estatal ecuatoriana. El silencio de Pólit demuestra impotencia y culpabilidad; sus dos defensores se limitaron a decir no a todas las preguntas que hicieron los acusadores, que en cambio presentaron una docena de testigos con pruebas irrebatibles con las que acorralaron al acusado, que tras dialogar con sus abogados prefirió quedarse callado. Luego de Glas es el segundo pez gordo atrapado; vendrán muchos más que obligarán a expandir La Roca. Con lo aceptado en la consulta, Noboa tiene camino libre para, reformando el art. 79 de la Constitución, ejecutar la ‘extradición completa’ solo impedida para perseguidos políticos, que no es el caso.

Carlos Mosquera Benalcázar