Cartas de lectores: 118 años del Prodigio de la Virgen Dolorosa

La Santa Sede demostró y ratificó el hecho, con testimonio de adultos veraces y niños sinceros e inocentes

Puedo dar fe de que mi padre, Jaime Chaves Ramírez, fue uno de los que presenció este prodigio, junto a treinta y tres niños ecuatorianos, entre los que estuvieron Carlos Hermann y Pedro Donoso, además del reverendo P. Andrés Machado, obispo de Guayaquil; del prefecto Andrés Roesch, francés; y del italiano, P. Alberdi.

La Santa Sede demostró y ratificó el hecho, con testimonio de adultos veraces y niños sinceros e inocentes.

En un estudio crítico de 1918 se dice que la litografía de la Dolorosa fue traída de Francia por los jesuitas, la cual se colocó en el comedor de los alumnos, en donde permanecían por largo tiempo. Como a menudo acontece en la historia de la Salvación, que lo insignificante y lo innominado entre los hombres es elegido por el Señor para sus grandes obras, así esta imagen estaba reservada por la Providencia para obrar en ella una de aquellas singulares manifestaciones que pone de relieve ante la faz del mundo, la ternura, características de una madre.

Guadalupe Chaves Terreglosa