Cartas de lectores | Todos podemos ser santos

Dos milagros confirmaron su canonización, pero muchos más se atribuyen a su intercesión

Son las palabras proféticas de Carlo Acutis, el santo italiano (nacido en Londres) más joven del mundo, canonizado el 7 de septiembre por el papa León XIV en el Vaticano.

Desde pequeño asistía a la iglesia con su nana, ya que su madre, Antonia Salzano, solo había ido tres veces. Así comenzó la vida espiritual de este joven modelo de virtud, quien pidió hacer la Primera Comunión a los siete años. Asistía diariamente a misa, comulgaba y pasaba horas frente al Sagrario. Decía: “La Eucaristía es mi autopista al cielo”, y rezaba por los pecadores. Sus días se llenaban de estudio, juegos, ayuda a los necesitados y vida familiar; todo hecho con amor. Prestaba especial atención a niños discapacitados acosados en la escuela y a personas sin alimento ni ropa. Admiraba a San Francisco de Asís por su humildad y predicaba con el ejemplo, despertando la fe en quienes lo conocían. Decía: “Todos podemos ser santos e ir al cielo si obramos con amor y recibimos la Eucaristía”. Y también: “Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias. Seamos auténticos”.

Apasionado por la tecnología y los medios digitales, se volvió programador, pero fue consciente de los riesgos de las redes sociales para los jóvenes. Por eso, decidió investigar los milagros eucarísticos y las apariciones marianas. Con ayuda de sus padres recorrió el mundo recopilando información fidedigna. Su madre, que lo asistía en todo, fue el eco de este joven influencer y futuro santo patrón de internet. Su exposición sobre estos eventos extraordinarios, que dan testimonio de Cristo y de la Virgen María, ha recorrido casi todo el mundo.

Desde niño Carlo supo que su vida sería corta, pero vivió con alegría y fe. Enfermó de repente, perdió peso rápidamente y le diagnosticaron leucemia mieloide aguda. Al saberlo, le dijo a su madre: “Mamá, no tengas miedo, la muerte es el paso a la vida desde que Jesús murió. Me voy feliz al cielo. Vas a tener mellizos”.

Así fue: tras 18 años de infertilidad, su madre dio a luz a un niño y una niña.

Carlo ofreció sus dolores por el papa Benedicto XVI y por la Iglesia. Murió a los quince años, y su cuerpo se conserva incorrupto en Asís, Italia.

Dos milagros confirmaron su canonización, pero muchos más se atribuyen a su intercesión.

Recordemos que todos podemos santificarnos en la vida diaria, para que el cielo sea nuestro destino final.

Myrna Jurado de Cobo