Cartas de lectores: Sucre y Villavicencio fueron candidatos a presidentes del Ecuador
Sus declaraciones comprometedoras, con indicadores muy convincentes, afectaban a ciudadanos mencionados en sus denuncias
La historia ecuatoriana, como la de otros países, ha tenido vivencias marcadas por el poder político, económico y las ambiciones personales. El caso de los venezolanos Gral. Antonio José de Sucre y el Gral. De Mires, convocados por el Gral. Simón Bolívar para competir por el sillón presidencial en Quito, es un ejemplo. El caballo del Gral. De Mires se demoró en su cabalgata, mientras que el del Gral. Sucre aceleró el ritmo para llegar a Quito; sin embargo, el 4 de junio de 1830 fue asesinado por un grupo de asalariados enviados por políticos ambiciosos y corruptos que buscaban captar el poder del Ecuador.
Algo parecido ocurrió recientemente, el 9 de agosto de 2023. El candidato Lic. Fernando Villavicencio, en plena carrera por la presidencia, fue acribillado por manos criminales vinculadas a tendencias políticas contrarias, eliminando así al virtual ganador previo a las elecciones del 20 de agosto. Sus declaraciones comprometedoras, con indicadores muy convincentes, afectaban a ciudadanos mencionados en sus denuncias y habrían motivado su asesinato.
Por ello, los futuros candidatos a estas delicadas funciones deben estar respaldados por el gobierno y por las fuerzas políticas de donde provienen, de manera que puedan protegerse de ataques contrarios.
Lamentablemente, tanto en el caso del Gral. Sucre -asesinado en Berruecos antes de ser elegido primer presidente, siendo reemplazado por el Gral. Juan José Flores- como en el del Lic. Villavicencio -asesinado en Quito antes de ser elegido presidente N.º 49- no recibieron las seguridades necesarias para asumir ante la comunidad de naciones.
Sucre, héroe de Pichincha en 1822 y mariscal en el Perú por Ayacucho: y Villavicencio, fiscalizador de múltiples casos de corrupción y con amplio apoyo ciudadano en las 24 provincias, perdieron la vida antes de llegar a la presidencia.
José Arrobo Reyes