Cartas de lectores | ¿Sirve para algo la verdad?

Alejandro abrió el paso a la cultura helenística, la filosofía, el arte y la ciencia

Alejandro, una de las mayores figuras políticas y militares de la historia, derrotó a Darío III, rey de Persia, el imperio más grande del mundo, no por su superioridad económica o militar, sino por un valor poco apreciado hoy: su sabiduría.

Su padre, Filipo II, entregó a su hijo la mejor formación posible, convocando a Aristóteles, discípulo de Platón, para confiarle su educación desde los 13 años. Su madre, Olimpia, fortaleció su confianza espiritual, abriéndole el camino a reconocerse como hijo de Zeus.

Macedonia era un reino pequeño al norte de la Grecia actual, con 25.000 km². Persia se extendía desde India y Pakistán hasta Libia, y del Mar Negro y el Cáucaso hasta Egipto, comprendiendo más de 5,5 millones de km².

¿Cómo Alejandro venció a un imperio físicamente 220 veces más grande? La clave fue su profunda identidad macedónica, el amor a su patria, a su pueblo y a su cultura, que definieron sus sentidos y propósitos, y fraguar el temple invencible de sus soldados en las batallas de Gránico, Issos y Gaugamela. También su identificación con la liberación de los pueblos sometidos, como en Egipto, donde fue aclamado faraón sin disparar una sola flecha. Su estrategia combinó el conocimiento de sus fines, la cultura de sus adversarios, las objeciones de sus generales y la geografía del terreno, sin debilitar su concepción innovadora de guerra y política.

Alejandro abrió el paso a la cultura helenística, la filosofía, el arte y la ciencia, esenciales para el descubrimiento del carácter humano, por el que brega la humanidad a través de los siglos. Nada de esto habría sido posible sin Aristóteles, y su frase que resonaba en Alejandro en los momentos difíciles: “el sabio busca la verdad, el ignorante la comodidad”.

El poder permite improvisar, pero no otorga sabiduría. Darío, por más poderoso que fuera, muestra que la ignorancia y la comodidad llevan a la derrota, mientras Alejandro demuestra que la verdad es padre y madre de la victoria.

Como el faro de Alejandría, el valor de la verdad que permitió vencer a un adversario 220 veces superior sigue vibrando en las adversidades de nuestro tiempo, así en Ecuador como en el mundo.

Marcelo Larrea