Cartas de lectores | Pacíficos

No pueden hablar de marchas pacíficas cuando en sus actuaciones causan todo tipo de daños y advertencias

A mi parecer y de muchísimos ciudadanos -que son la gran mayoría de las personas de bien, que no pueden trabajar en paz- el hecho de haber enviado a los revoltosos que se autodenominan pacíficos a los centros de detención de Esmeraldas y Manabí, es una decisión muy acertada, pues servirá como escarmiento para que en el futuro piensen dos veces sobre esta posibilidad de regresar a esa especie de infierno, como son las cárceles; y mucho más donde no tengan privilegios de ninguna naturaleza, al igual que los presos comunes.

Nada de pabellones escogidos o atenuados sino a los que habitan los privados de libertad pagando graves delitos.

Ya aparecen los defensores de los tales derechos humanos de los delincuentes y los dirigentes que ordenan que sus dirigidos actúen con salvajismo y hagan sentir terror entre quienes no están de acuerdo con ellos.

Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional tienen que actuar por la misma razón de ser y existir, con toda fuerza para destruir esos brotes de insurgencia, cuyos mentalizadores tienen nombre y apellido, con domicilios conocidos y que se vanaglorian de estar reuniendo a juventudes para adoctrinarlos ‘políticamente’; cuando es conocido por todos, dígase estos, militares, policías y pueblo en general, que estos sujetos son los que creen que deben subir a gobernar el país por la fuerza, fruto de un gran estallido.

No pueden hablar de marchas pacíficas cuando en sus actuaciones causan todo tipo de daños y advertencias de cerrar negocios so pena de sufrir ataques; cuando invaden un cuartel de Policía e incendian sus estructuras y vehículos; cuando causan todo tipo de daños a automotores y otros bienes estatales o particulares.

Por todo esto, debe haber mano dura para todos los culpables y enviarlos a los pabellones comunes de las cárceles del país.

Edmundo López