Cartas de lectores: Mártires de la democracia
Mientras algunos políticos aún conservan límites y escrúpulos, la mafia no conoce ninguno
La historia de la humanidad no es constante, es dinámica y variable, subordinada a las realidades y entornos de nuestras sociedades. Nosotros, los ciudadanos ecuatorianos, somos testigos del cambio conductual de las actuales generaciones: si antes se destacaban la humildad, la honorabilidad, el amor al prójimo y la buena fe, ahora, lamentablemente, debemos reconocer que muchas familias de diversos estratos sociales combinan actividades generadoras de ingreso con conductas impropias, alejadas de la moral, la ética y la honradez.
En consecuencia, desde hace algunos años, el país ha sido corroído por el crimen organizado, que ha cooptado sectores de la empresa privada y pública para blanquear dinero ilícito, obteniendo a cambio importantes ingresos provenientes de actividades mafiosas.
El 9 de agosto de 2023, el Ecuador fue sacudido por el magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio, quien tenía altas probabilidades de llegar a la segunda vuelta y ganar la presidencia. Este hecho guarda similitud con el atentado contra el senador colombiano Miguel Uribe, ocurrido el 7 de junio de 2025 en un acto político en Bogotá. Uribe falleció el 11 de agosto, a los 39 años.
Miguel Uribe fue un político destacado en Colombia: concejal en 2012, presidente del cabildo distrital, luego secretario de Gobierno de Bogotá, y en 2022 el senador más votado. Crítico del presidente Gustavo Petro, se perfilaba como precandidato presidencial cuando fue asesinado, tal como ocurrió con Villavicencio.
Ambos fueron mártires de la democracia y combatieron al narcoestado y al crimen organizado, lucha que les costó la vida. En este contexto, es necesario destacar que en la región existen dos corrientes políticas: una democrática, que busca erradicar el narcotráfico y el crimen; y otra complaciente con las maniobras del crimen organizado. Mientras algunos políticos aún conservan límites y escrúpulos, la mafia no conoce ninguno.
Víctor Gavilánez Castro