Cartas de lectores | El cura de Olón
Hago un llamado a la cordura, a la discreción, la sapiencia y la calma
Con profundo dolor y con el mayor respeto, me permito elevar una reflexión ante los juicios apresurados que a través de redes sociales se están difundiendo en torno al sacerdote de Olón. Las redes sociales, lamentablemente, se han convertido en un espacio donde el rumor, el morbo y la especulación se difunden sin filtros ni responsabilidad, incitando a la desconfianza y hasta al odio. Es doloroso ver cómo se dictan sentencias sin haber estado presentes, sin tener pruebas concluyentes, sin esperar a que las investigaciones arrojen claridad. La historia nos enseña cuán peligrosas pueden ser estas actitudes. Basta recordar los procesos de Salem, en Massachusetts, en 1692, cuando un grupo de muchachas desató una histeria colectiva acusando a vecinos de practicar brujería. Sin pruebas sólidas, sin juicios justos, la comunidad puritana terminó condenando a la hoguera o a la horca a más de 25 inocentes, y encarcelando a decenas más, víctimas de chismes, envidias y resentimientos personales. Esa tragedia pasó a la historia como uno de los episodios más vergonzosos de la intolerancia humana. Hoy las hogueras de Salem han sido reemplazadas por las redes sociales, y la multitud enardecida repite la injusticia con la misma falta de reflexión. Hago un llamado a la cordura, a la discreción, la sapiencia y la calma. No nos corresponde erigirnos en jueces y verdugos desde un teclado. Adelantar juicios es irresponsable y una falta grave contra la caridad y la verdad. Me atrevo a decir que es un pecado, pues hiere la dignidad de la persona y atenta contra la Iglesia a la que decimos amar.
De lo que se conoce por la propia comunidad de Olón, lo ocurrido habría sido una reunión del sacerdote con sus acólitos y colaboradores parroquiales para planificar una fiesta religiosa conforme al calendario local. Y respecto a la indumentaria de los jóvenes, no debe ser motivo de escándalo: en una población sencilla, calurosa y de costumbres relajadas como Olón, los muchachos suelen andar en boxers incluso para realizar diligencias cotidianas. No hay nada extraño en ello. No adelantemos juicios, no repitamos rumores, no convirtamos las redes en instrumentos de linchamiento moral. Esperemos con paciencia y prudencia los resultados de las investigaciones, que hasta el momento no han demostrado nada concluyente. Seamos justos, prudentes. Defendamos la verdad y la dignidad humana. Protejamos a la Iglesia que amamos.
Gustavo Rivadeneira