Cartas | Carta abierta a las autoridades de Tránsito de Guayaquil y Samborondón
Al final, la única constante es la multa: la señal más clara de todo el sistema
Les escribo para felicitarlos (sí, felicitarlos), por su extraordinaria creatividad urbana. No todos los días uno se encuentra con obras maestras como esos muros anaranjados que vienen colocando desde hace tiempo, en medio de las calles, señales viales que, sin una sola palabra, dicen claramente: “aquí no aplica ni la física, ni la lógica, ni el sentido común”.
Según su revolucionaria teoría del movimiento ciudadano, esos muros indican que el tráfico puede fluir con vueltas en U, giros a la derecha y hasta maniobras de escape estilo Fórmula 1… aunque el semáforo esté en rojo. Una joya. Un aporte único a la humanidad.
Algunos hablan de “urbanismo táctico”. Ustedes han inventado el urbanismo caótico.
Claro, uno como conductor común y corriente se queda pensando: ¿será que el rojo ahora significa ‘pase’, pero solo si ve un muro naranja? ¿O significa ‘pase’, pero prepárese para la multa? ¿O significa ‘pase, pero adivine cuándo’?
Porque esa parece ser la nueva norma: interpretación creativa del semáforo, edición 2025.
Lo maravilloso es que, según sus reglas no escritas (pero muy bien cobradas), si uno decide obedecer la luz roja como en cualquier país civilizado, está mal. Y si decide seguir el muro naranja, también está mal.
Al final, la única constante es la multa: la señal más clara de todo el sistema.
Por eso, autoridades queridas, les pido un pequeño favor: cuando vayan a inventarse el tránsito del futuro, háganlo bien. Publiquen un manual, una profecía, una guía astral… lo que sea. Pero algo que explique qué diablos se supone que debemos hacer para no terminar entre el muro, el semáforo y el agente tomando nota con una sonrisa.
Mientras tanto, aquí seguimos: manejando por fe, instinto y un poquito de humor negro.
Total, en esta ciudad las señales no se obedecen… se interpretan.
Pablo Chiriboga Núñez