¡Bendito... el amanecer con vida...!

Bendito el trabajo honrado que nos da el alimento. ¡Bendito el amanecer con Dios..., con vida y sin cruel lamento...!

Al final de la tarde... va llegando el olvido..., cuando las penas duermen y pasa lo vivido. Ahí descansa el alma, reposa el intelecto, la mirada se apaga y se viven los sueños. Sueños que son verdades..., disfrazadas de viento, de angustia, alegría y del correr del tiempo. Pero sueños que a veces queremos desecharlos. Hay unos que viven mustios rondando los pesares, otros giran ansiosos a nuestro derredor, o se exaltan dichosos con risa y esplendor. Son extremos que luchan a diario por vivir, la verdad enraizada o la mentira vil. Esta lucha constante entre titanes doctos: el honor en el alma y el error en el torso, del cuerpo que envilece a veces las verdades, que convierten al hombre en ser de necedades. ¡Despierten de su sueño y vivan realidades...!, pero con alegría, sin sortear las verdades, que son el faro ilustre que alumbra los balcones de nuestra alma dormida. ¡Arriba corazones! ¡Oh vida! ¿Qué pretendes, en esta lucha incierta? No, los actos errados, que lesionan conciencias, sino ensalzar la sabia del amor con respeto y prudencia. Con las buenas acciones como predicamento, honremos a la vida, siempre en todo momento. Que la vida es hermosa..., y nos pide sustento. Bendito el trabajo honrado que nos da el alimento. ¡Bendito el amanecer con Dios..., con vida y sin cruel lamento...!

Myrna Jurado de Cobo