
Estos son los tres cortometrajes ecuatorianos que se abren camino en el extranjero
Desde Tribeca hasta Palm Springs, una generación de directores lleva al país a los principales escenarios del cine
En los últimos años, el cine ecuatoriano ha dado pasos firmes hacia la consolidación de su presencia internacional, impulsado por el talento emergente de una nueva generación de cineastas que, desde lo íntimo y lo local, logran conectar con públicos globales. Con enfoques frescos, narrativas poderosas y una estética que no teme al riesgo, estos realizadores demuestran que el cine ecuatoriano tiene mucho que ofrecer en términos de originalidad y profundidad.
Tres cortometrajes recientes ejemplifican este momento de efervescencia creativa: Wannabe, de Kat Cattani; Época de Plagas, de Gabriela Calvache; y The Fast Runner, de David Bercovici-Artieda. Cada uno de estos trabajos ha logrado abrirse paso en festivales de gran prestigio, llevando las voces y visiones del país a audiencias internacionales, y reafirmando el potencial del formato corto como espacio privilegiado para la exploración artística y social.
“Cuando una historia se cuenta con honestidad, ya no es pequeña ni local. Es humana. Y eso, en el fondo, es lo que buscamos todos cuando vemos cine”, señala la cineasta quiteña Kat Cattani.
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Su cortometraje, Wannabe, hizo historia al convertirse en el primero de origen ecuatoriano en ser seleccionado por el Festival de Tribeca, uno de los escenarios más influyentes del cine independiente mundial. La historia —explica— nació de su propia experiencia adolescente en el Quito de los años noventa. “Recrear esa época fue una forma de reconciliarme con la ciudad, con la memoria, con mis propias inseguridades”,

Wannabe: la nostalgia de los noventa y el poder de imaginar
Wannabe está ambientado en el Quito de los años noventa y sigue a Emilia y Mateo, dos adolescentes que comparten una obsesión por las Spice Girls y la ilusión de ganar un concurso de baile para conocerlas. A través de esta premisa cargada de cultura pop, el corto explora temas universales como la búsqueda de identidad, la libertad y el deseo de pertenencia que marcan la adolescencia.
“Quería hablar de una juventud que se reconoce a través del deseo, de esa etapa en que uno todavía puede inventarse sin pedir permiso. Para mí, el Quito de los noventa estaba lleno de eso: caos, color, pero también muchas ganas de ser otra cosa”, explicó Cattani en una entrevista.
La cineasta afirma que la selección de Wannabe por parte del Festival de Tribeca no solo representa un reconocimiento artístico, sino también una validación de las historias contadas desde los márgenes. “Nos dijeron muchas veces que era una historia ‘demasiado local’, pero resultó que lo local es justamente lo que toca más profundo cuando es sincero”, señala.
Época de Plagas: el terror como espejo social
La cineasta ambateña Gabriela Calvache, reconocida por su aclamado largometraje La mala noche, regresa al formato corto con Época de Plagas, una inquietante pieza de horror psicológico seleccionada en cuatro categorías del Palm Springs International ShortFest 2025, un festival calificador para los premios Oscar.
El filme retrata a una niña que cuida a su madre enferma mientras, afuera, el mundo parece venirse abajo. Rodado en 2020 durante el confinamiento, el corto nace de una vivencia personal profundamente marcada por la incertidumbre. “Como cineasta y madre de dos hijas, viví la pandemia como un tiempo surreal, cargado de tensión. Durante casi seis meses no se nos permitió salir de casa. El presente se volvió extraño y el futuro, incierto. Afuera, el país colapsaba... Época de Plagas es mi forma de traducir esa experiencia”, explica Calvache.
Con una atmósfera densa y simbólica, el corto canaliza el miedo, el encierro y la fragilidad humana, llevando el lenguaje del horror hacia territorios emocionales. Calvache utiliza lo fantástico para hablar de lo íntimo y de lo colectivo al mismo tiempo, mostrando que el género puede ser también un vehículo de denuncia y reflexión.
El valor de la memoria histórica
En The Fast Runner, el cineasta quiteño David Bercovici-Artieda viaja a la Segunda Guerra Mundial para narrar, en un cortometraje de 15 minutos, la historia de Frida, una joven judía que enfrenta los horrores del Holocausto y, en medio de la crueldad, descubre que aún hay espacio para la empatía.
Para el director, contar esta historia fue una manera de rendir homenaje a su padre, sobreviviente del Holocausto, y de llevar a la pantalla un pasado que —advierte— debe mantenerse vivo en la memoria colectiva. “Quiero que el público vea que esta no es solo una historia sobre el pasado, o sobre un lugar específico, sino una reflexión sobre el mundo contemporáneo en el que vivimos. Si no somos cuidadosos con nuestro presente, el pasado puede repetirse, especialmente en esta época en la que hemos visto un resurgimiento del odio”, señala.
El filme ha sido proyectado en una decena de festivales internacionales y recientemente tuvo su estreno en Ecuador, generando un amplio reconocimiento por su sensibilidad, rigor histórico y relevancia en el contexto actual. El filme también se proyectará en colegios.