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Succession: El rey necesita retirarse

Dinero, poder, familia… combinación explosiva. Esta es la propuesta de la última ganadora del Emmy, la nueva joya de HBO, Succession. Te contamos por qué debes verla

Succession
Succession narra la historia de Logan Roy, una octogenaria leyenda de los medios de comunicación.Cortesía

Dinero, poder, familia… combinación explosiva. Esta es la propuesta de la última ganadora del Emmy, la nueva joya de HBO, Succession. Y aunque esta premisa ha sido explorada en incontables oportunidades, tanto en la pequeña como en la gran pantalla, hay algo que hace que Succession brille y se presente en el podio de las propuestas de HBO en este año: sus complejos personajes y un guión que marca el compás de una verdadera sinfonía. Y uso este símil porque Succession se me antoja a realeza, a grandes esferas, a excesos y una “normalidad” llena de todo, y a la vez completamente vacía, que viven los personajes que desfilan en pantalla. Déjame explicarme mejor.

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Succession narra la historia de Logan Roy, una octogenaria leyenda de los medios de comunicación, rey de un imperio que amasa canales de TV, periódicos, tabloides, parques temáticos y hasta una red de cruceros. Debajo, y no uso este adverbio por casualidad, están sus cuatro hijos: Connor, Kendall, Roman y Siobhan quienes han nacido en cuna de oro y sus problemáticas y conflictos internos no giran alrededor de lo que, el común de los mortales, vive: a ellos no les falta el dinero, les sobra y eso, aunque difícil de entender, es también un conflicto. 

La familia Roy, lejos de ser perfecta, es una montaña rusa de conflictos, desavenencias, desamores, vicios y hambre de poder. La figura de Logan, el padre, es de superioridad extrema y su autoridad ha calado hondo en la psiquis de todos sus hijos con resultados diferentes en cada uno de ellos. Hay temor, quizá deba decir “terror”, hay indiferencia, hay envidia y hay también por partes iguales amor y odio. El conflicto principal de la serie, sobre el que giran todas las tramas y sub-tramas, es el manejo de la gigante empresa, la herencia de la dirección de la misma y los esqueletos que se guardan en el clóset con letreros de corrupción y excesos.

Como alguien que toda su vida ha trabajado junto a su familia, que aprendió el “arte” de convivir y laborar en una empresa familiar, debo decir que Succession se me antojó como una formidable representación de la realidad. Todos hemos escuchado de grandes grupos empresariales que han sido nido de peleas familiares interminables. Sin querer apuntar a nadie, en nuestro país hay ejemplos muy mediáticos al respecto. Pero aún cuando esto pudiera ser objeto de escarnio y juicio de nuestra parte, siempre nos queda ese morbo disfrazado de curiosidad que nos invita a querer saber más. Succession es, justamente, la invitación a fisgonear en la interna familiar de los Roy para erigirnos como jueces supremos de sus errores, pero también para acompañarlos en su peregrinaje por encontrar su lugar en el mundo en el que les tocó vivir.

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Eso es lo maravillo de Succession: hacerme sentir uno más de ellos. Y es que toda la serie ha sido construida con ese fin. Su dirección de cámara no nos hace espectadores, nos hace participantes. Nos pone en el mismo cuarto en donde todo está ocurriendo y nos invita a opinar. Corremos junto a ellos, paseamos en un yate, nos subimos en un helicóptero o en un avión privado. Estamos, en todo momento, viviendo su vida. Y aunque al inicio esto nos pudiera gustar, luego empezamos a derrumbarnos con cada nueva problemática presentada. Esto me engancha, me supera, me hace querer más.

Alguna vez lo he dicho: lo que hace a una serie de TV ser buena o mala está siempre en sus personajes y todo alrededor de ellos. Su construcción debe ser coherente, paulatina e interesante. Su interpretación debe ser desgarradora y atrapante. Su historia debe ser digna de ser contada y con gran capacidad de proyección. Succession nos brinda todo esto en una altísima nota. Aún cuando su reparto es extenso, cada frase de su guion se ha escrito para aportar al desarrollo de sus complejos personajes. Las actuaciones son, casi todas, maravillosas. No en vano casi todos los integrantes de la familia fueron nominados por sus actuaciones al Emmy. Y la dirección y los aspectos técnicos son pulcros y obsesivamente cuidados.

Succession es una historia familiar de rivales con el mismo apellido. Es una serie que mantiene su gran desarrollo a lo largo de sus dos temporadas. Es un drama con aroma psicológico que me atrapó y me ha dejado con ganas de mucho más. Es, sin lugar a duda, lo mejor que he visto en este 2020. Es una sentencia del porqué HBO no es simplemente divertido, es algo necesario para la TV de hoy.