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Príncipe Andrés de Inglaterra
El príncipe Andrés, hermano del Rey Carlos III, podría poner fin a su estancia en Royal Lodge, luego de una controvertida negociación.IG: @prince_andrew_offical_page_

Príncipe Andrés negocia su salida de Royal Lodge entre contratos y compensaciones

El Príncipe Andrés afronta la negociación con Carlos III para dejar Royal Lodge, con contrato hasta 2078 y renta simbólica

El príncipe Andrés se encuentra en una negociación delicada con su hermano, el rey Carlos III, que podría poner fin a su estancia en Royal Lodge, la mansión de Windsor en la que vive desde 2003. Pero no ha sido un proceso fácil.

La disputa mezcla jurídico, simbólico y político: aunque el príncipe firmó un contrato de largo plazo que le asegura la residencia hasta 2078 (previa inversión inicial y reformas), la presión pública y la incomodidad institucional han convertido su permanencia en un problema que la Corona desea resolver con rapidez y discreción.

Contrato a largo plazo y pagos simbólicos

El acuerdo original determinó un pago inicial de aproximadamente el equivalente a 1,33 millones y reformas estimadas en unos diez millones de dólares a cargo del príncipe. A cambio, Royal Lodge quedó sujeto a un arrendamiento de larga duración con una renta simbólica que, en la práctica, equivale a un pago nominal. 

Esa fórmula, legal y habitual en algunos contratos de la Corona, hoy choca con la percepción pública: tener a un miembro real viviendo en una propiedad de alto coste para el mantenimiento, sin una renta real, resulta políticamente insostenible en un contexto de escrutinio.

Presión política y reputación pública

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La polémica no surge solo de la legalidad del contrato sino del contexto: las relaciones y comportamiento del príncipe han erosionado su credibilidad pública y provocado reacciones en el Parlamento. 

Moción de censura y solicitudes para revisar privilegios reales figuran entre las reacciones políticas. En ese marco, la permanencia del príncipe en una residencia tan ostentosa empeora la imagen institucional, y por eso el Palacio impulsa alternativas que reduzcan el impacto mediático.

Compensaciones y obstáculos económicos

Una de las piedras angulares de la negociación es la compensación estipulada en el contrato si el príncipe decide renunciar a sus derechos de ocupación

El documento contempla pagos a su favor por abandonar la concesión, lo que complica un acuerdo rápido: pedirle que se vaya sin remuneración podría generar disputas legales y políticas. Por ello, las conversaciones exploran distintos escenarios, desde traslados a propiedades reales menos ostentosas hasta compensaciones económicas que faciliten la salida.

Opciones de reubicación y prioridades familiares

Entre las alternativas en la mesa aparecen residencias reales más discretas -como inmuebles en Sandringham o Balmoral. o incluso posibilidades de traslado dentro de los terrenos reales. 

No obstante, el príncipe prefiere mantener una base en Londres para estar cerca de sus hijas, un factor humano que complica la negociación. En paralelo, el Palacio quiere evitar efectos colaterales para las princesas Eugenia y Beatriz, asegurando que sus arreglos de vivienda no se alteren.

El desafío institucional

Más allá de la disputa privada, el asunto plantea un reto de legitimidad para la Casa Real: cómo conciliar contratos heredados con demandas contemporáneas de transparencia y proporcionalidad. El caso Royal Lodge se perfila así como una prueba de la capacidad del Palacio para gestionar privilegios históricos en un clima político y mediático exigente.

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