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Otelo marca la diferencia entre lo que creemos verdadero y lo que realmente es verdad.CORTESÍA

Otelo: la obra de William Shakespeare llega al Teatro Sánchez Aguilar

La obra Otelo en el Teatro Sánchez Aguilar. La pasión, los celos y la traición se adaptan al mundo contemporáneo

Otelo es una obra que ha sido recibida por el público con entusiasmo, estrenada inicialmente en el Estudio Paulsen, se traslada a las instalaciones del Teatro Sánchez Aguilar, donde permanecerá hasta el sábado 30 de agosto.

Una de las grandes tragedias de William Shakespeare, gira en torno a un general moro que desafía las normas al casarse en secreto con Desdémona, una mujer noble y virtuosa. Al principio es una historia de amor que se convierte en un drama desgarrador.

Yago, su alférez, movido por la envidia y la ambición, trama un plan para destruir a Otelo, manipulando sus emociones y convenciéndolo de que su esposa le es infiel con Cassio, un hombre cercano a ambos. La desconfianza y los celos se apoderan de él hasta nublar su razón y conducirlo a cometer actos irreversibles que sellan su destino en la tragedia.

Esta pieza inmortal escrita alrededor de 1603, se presenta en una versión contemporánea que, como la original, gira en torno al poder, los celos enfermizos y la traición. 

Temas tan actuales y tan antiguos como la violencia de género y la forma en que la sociedad la normaliza se convierten en ejes de esta nueva versión, adaptada por el dramaturgo guayaquileño David Castro y dirigida por Ignasi Vidal.

Vidal asegura que la elección del elenco fue una de las más sólidas del montaje. Está encabezado por Ricardo Velasteguí (Otelo), Alejandro Fajardo (Yago) y Joselyn Gallardo (Desdémona).

“Confío en sus capacidades, en su sacrificio y en su compromiso con el trabajo”, señala y añade que la combinación del equipo y la experiencia acumulada permiten encontrar el camino adecuado para llevar a cabo esta producción. El director explica que no trabaja en función del público. Su visión creativa se centra en la pasión personal y en lo que a él mismo le genera entusiasmo.

Más allá de pensar en cómo será recibida su obra o lo que interpretará la audiencia, él prioriza aquello que lo inspira, lo conmueve y lo motiva. “Si me gusta, si me funciona, si me emociona, lo hará con alguien más también”, concluye.

¿Cuáles son los cambios contemporáneos?

El tratamiento de los hechos, su inmediatez y la perspectiva de quienes rodean la escena son aspectos centrales de la obra. Otelo, escrita en el siglo XVII, retrata la historia de un hombre que asesina a su esposa por celos. En aquella época, ese acto no era visto como condenable.

El tiempo ha cambiado las cosas. Al menos en algo. Por eso, en esta nueva adaptación se percibe una mayor sensibilidad frente a este hecho y se muestra cómo han evolucionado los valores sociales.

En palabras del director, “la gran metáfora es desear lo que no se tiene o lo que no se puede tener”. Así se evidencia la naturaleza de los personajes, quienes actúan en función de lo que creen verdadero, aunque la verdad haya sido distorsionada… y los conduzca a la tragedia.

¿Cómo conecta con la audiencia?

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Ignasi reconoce que es difícil empatizar con aquellos que rozan lo inhumano, como Yago, cuya ira y maldad pueden comprenderse, pero difícilmente generan identificación. Sin embargo, está Desdémona, encarnación de la bondad y la honestidad.

Ella es, por tanto, el verdadero punto de anclaje emocional de la obra. Encontrarlo es importante porque, como explica el director, la fuerza de una función radica en la capacidad del espectador de verse reflejado en un personaje.

El elenco que llega al escenario 

Ricardo Velasteguí da vida a Otelo. Nacido en Guayaquil en febrero de 1986, es dramaturgo, productor y actor de teatro y televisión, aunque el primero oficio es el que más le llama la atención. 

Sus participaciones sobre las tablas incluyen Cock, junto a Luciana Grassi y Juan Pablo Asanza; Actores en desespero, de Luisa Cuesta; Shuaaaa!, con su grupo Actantes; y Las burladas por Don Juan, dirigida por Lucía Miranda. También estuvo en Toc Toc, del dramaturgo francés Laurent Baffie, bajo la dirección de Christoph Baumann.

Joselyn Gallardo quien interpreta a Desdémona, es ampliamente recordada por su personaje Martina en la serie colombiana Sin senos sí hay paraíso. Su talento se ha visto en series y telenovelas como Los hijos de Don Juan, Cuatro cuartos, Maleteados, Sí se puede, entre otras.

Alejandro Fajardo, el malvado personaje de Yago, es optometrista de profesión pero actor de corazón y formación, nacido en Guayaquil. 

Su nombre es ampliamente conocido en el mundo artístico, pues ha participado en varias producciones, entre las que se cuentan Prometeo deportado, de Fernando Mieles; Sin otoño, sin primavera, de Iván Mora Manzano; o Mejor no hablar de ciertas cosas, de Javier Andrade.

En teatro, ha actuado en El montacargas, Frankenstein, Vis à vis, entre otras. Se estrenó como director teatral en 2020 con Antimateria, del español Carlos Atanes. 

Tres talentos se unen en el escenario para dar vida a una obra que explora las debilidades humanas, las emociones reprimidas, la reflexión y la entrega. 

Bajo estas premisas, la pieza teatral abre el telón y puede ser vista en el Sánchez Aguilar este viernes 29 y sábado 30 de agosto, a las 20:00, en la Tercera Sala del teatro.

Con un valor de entradas de $25 que pueden adquirirse en la app del Sánchez Aguilar, en su web y en boletería.

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