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Noche de fuego
Escena de Noche de fuegoNetflix

Noche de fuego, la dureza del tráfico en Netflix

Este drama dirigido por la salvadoreña Tatiana Huezo ganó una mención especial en Cannes y tres premios en el Festival de San Sebastián.

En Sierra de Guerrero, población mexicana, los hombres dejaron sus casas para buscar mejores oportunidades de trabajo mientras las mujeres lidian con los horrores de la realidad, pues la zona es controlada por los cárteles de la droga. Para evitar que sus hijas sean “raptadas para satisfacer instintos sexuales”, las madres deciden vestirlas como varones.

Bajo la ola de violencia que acecha, las madres deben hallar la forma de sobrevivir y mantener fuera de peligro a sus hijas. En este ambiente, cuando llegan los amos de la droga, Rita (Mayra Batalla) mete a su hija Ana (Ana Cristina Ordoñez Gonzáles, en su niñez, Marya Membreño en su adolescencia) en una especie de fosa que ellas mismas cavaron. Sus amigas son Paula (Camila Gaal en su niñez, Alejandra Camacho en su adolescencia) y María (Blanca Itzel Pérez en su niñez y Giselle Barrera Sánchez en su adolescencia).

Rita quiere un mundo mejor para Ana; que es una muchacha inteligente. ¿Logrará en aquella noche de fuego… escapar de su destino?

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Esta cinta mexicana que puede ver por Netflix viene ganando lauros en el mundo del séptimo arte. Su directora y guionista, Tatiana Huezo, en compañía de Jennifer Clement (basada en su novela Ladydi), ganaron admiración en el último Festival de Cannes, así como en San Sebastián. 

Lo interesante es que Huezo no impone una agresividad constante, sino más bien se concentra en las niñas y retoma ferocidad cuando los traficantes interrumpen en el villorrio para iniciar la cosecha de amapolas y fabricar la droga.

Pero también juega con las cámaras para dejar ver dos cosas: que la naturaleza (a través de los insectos) se construye y el ser humano la destruye. También muestra la realidad de los pueblos que viven por desgracia los estragos de un mundo en que la rudeza es el sello de negocios ajenos a su naturaleza.

Las imágenes de Sierra de Guerrero le otorgan misticismo y la actuación de las muchachas es encomiable, especialmente las actrices que interpretan a Ana en sus diversas etapas de la vida. Esta joven demuestra que su talento es natural, como lo son sus compañeras, especialmente la de labios leporinos; más que nada para dejar en claro la fuerza de la amistad femenina, la que surge entre mujeres fuertes, valientes afectuosas.

El ambiente del jaripeo con su música, la gente bailando, la alegría reinante y Julián Guzmán Girón, en el rol de Margarito, adulto, muestra a un individuo que, pese al ambiente en que vive, sigue siendo una persona de buenos sentimientos.

El lenguaje visual y corporal de sus intérpretes ahonda la profundidad argumental. Por ello transcribimos el comentario de revista digital Cinefiloz: “Ha retratado con el arte una dura y cruel realidad que todavía se cierne sobre nosotros”.

Lo extraño es que una historia local se convierta en problema universal y obliga que analicemos nuestro mundo ecuatoriano.

Notal al margen. Este filme representará a México en la gala de los premios Óscar 2022.

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