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Natalia Oreiro
Natalia Oreiro.Cortesía

Natalia Oreiro: "Soy una privilegiada, debo reconocerlo"

La actriz uruguaya radicada en Argentina habla con Expresiones de sus amores, de cómo asume su profesión

Natalia Oreiro es una de las figuras más reconocidas de Argentina, aunque la actriz y cantante nació en Uruguay. Después de meses con una larga cabellera en color cobre, a inicios del 2025 se decidió por un french bob, corte variante del clásico bob y una de las tendencias de este año.

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A fines del 2024 fue distinguida con un premio en el Martín Fierro de la Moda como ícono de la moda.

En marzo recibió el Cóndor de Plata 2025 por el single que compuso junto con Ale Sergi (Si no es con vos), para Campamento con mamá, película de Netflix. Los galardones fueron otorgados por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina (ACCA).

Estuvo recientemente en Madrid, España, porque ese filme fue también nominado a mejor comedia en la edición XII de los Premios Platino. La historia tiene a Pablo Rago en el reparto y la produce 100 Bares, que es de Juan José Campanella.

En Ecuador se la recuerda por la exitosa telenovela Muñeca brava y por su personaje de Eva Duarte en Santa Evita, rol que le significó el premio del público en la edición del 2023 de esos galardones.

Acaba de estrenar la cinta Una noche sin mí y pronto se emitirá la serie La jefa, mediante la plataforma Disney.

(Te invitamos a leer:¿ La mamá de León XIV es ecuatoriana? Mariela Viteri recibe críticas por asegurarlo)

Con esa larga trayectoria, la actriz se muestra muy simpática y amorosa. Tiene 47 años (el 19 de este mes llega a los 48) y su único hijo se llama Merlín Atahualpa (13), fruto de su relación con el músico Ricardo Mollo.

Siempre cambia de look

Es muy camaleónica, siempre luce un look diferente.

(Risas) Me corté el cabello por una película. A lo largo de mi vida he tenido el pelo de todos los colores que se puedan imaginar. He sido rubia platinada, pelirroja, morocha; lo he tenido corto, largo, lacio y ondulado. Además me he pelado dos veces. Me divierte mucho, creo que los actores somos un instrumento y que estamos al servicio de los personajes.

Las mujeres nos preguntamos cómo logra que no se le eche a perder...

Reconozco que tengo un cabello muy sano y fuerte, siempre lo corto. Ahora me lo corté más pequeño, me crece rápido. El cambio de look fue para una comedia romántica en la que hice dupla con Gael García Bernal y que se llama Sin equipaje, dirigida por Juan Taratuto.

“No estoy libre de sufrir de violencia, algún día”

Uno de sus recientes trabajos es la película Una noche sin mí. ¿Qué puede decir al respecto?

Se acaba de estrenar, es una ópera prima. Muy simple en su forma, pero muy profunda y compleja en su contenido. Es la noche de una mujer en su casa, con la cotidianidad de su familia, sus hijos y su marido. Todo aparenta normalidad, pero en realidad se esconde la violencia que muchas viven y de la que resulta imposible escapar. Es una película muy asfixiante y sensorial. El sonido tiene mucho que ver. Hay una violencia implícita de la que no se habla. Aquello está como aceptado por la sociedad y la demanda de los hijos termina por desquiciar.

Es un argumento fuerte. ¿Cómo logra meterse en estos personajes que son muy exigentes y cómo sale de ellos?

Son fuertes, pero soy una actriz a la que le gusta hacer comedia y luego drama. Vine a los Platino por Campamento con mamá en la que, además, canto y toco la guitarra. Es una historia para la familia, los chicos.

¿Es una manera de desprenderse de esos personajes?

Así es. Este año también estrenaré La mujer de la fila. Es la historia de una mujer que tiene un hijo de 18 años que está preso, pero además es la relación con las madres que se encuentran en los exteriores de la cárcel para luchar por sus derechos y por los maltratadas que son. Porque el que está dentro no es solo un ser querido. Las personas que están afuera, que no cometieron el delito, también son culpadas por la sociedad. Cuando termino un proyecto dramático, trato de que lo siguiente no sea un drama. Incluso me han ocurrido situaciones cómicas.

¿A qué se refiere?

Un iriólogo (profesional que analiza el iris del ojo) japonés me miró y me dijo que yo estaba muy triste. En ese momento estaba muy bien, estaba contenta y enamorada. La tercera vez que me lo dijo, le respondí que soy actriz y que mi personaje estaba llorando mucho por una desilusión amorosa. Él comentó que mi cuerpo no sabía que yo era actriz, que le doy un mensaje de tristeza y este así se sentirá. Me pidió que cambie de profesión o de personaje (risas). Le dije que no lo iba a hacer...

¿Natalia ha vivido violencia como muchas mujeres en América Latina?

En lo personal no, pero he tenido cerca algunos casos. Soy embajadora de Unicef y madrina de la Casa de las Mujeres y Disidencias en Villa 31, un barrio muy popular y pobre de Argentina. En ese país hay una muerte por femicidio a diario. Hay todo tipo de violencia. Yo estoy en un lugar privilegiado, pero aquello no me libra de que en algún momento pueda sufrirla. 

Tiene claro lo que  no quiere

Los actores se quejan de que a veces el trabajo no llega, pero usted es imparable.

Soy una privilegiada, debo reconocerlo, sobre todo en Argentina, que atraviesa por una crisis cinematográfica. Tengo mucho trabajo, siempre estoy con un proyecto en mente. También soy una hacedora, no me quedo cómoda. Me gusta trabajar en óperas primas, experimentar.

¿A esta altura de su vida ya tiene claro lo que no quiere?

Totalmente. No quiero pasarla mal, lo que más me importa cuando elijo un proyecto es que el director sea una buena persona, independientemente del género. Me he puesto como tarea que por lo menos una vez al año me dirija una mujer. El año pasado fueron dos, este posiblemente sea una. Obviamente, hay más directores que directoras.

¿Es una forma de ayudar al género?

Soy una mujer fuerte y muchas historias de mujeres no han sido contadas. Nosotras también vamos al cine y las que elegimos qué ver somos nosotras, aunque vayamos acompañadas por un hombre. Creo que tenemos el derecho de defender ese espacio.

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Usted es argentina de corazón. El mundo despidió a un argentino que se convirtió en el papa Francisco.

Lo que decía lo hacía desde la humildad. El gesto de usar sus mismos zapatos hablaba del papa Francisco. Era diverso, me emocionaba que decía que todos somos hijos de Dios y que ni la Iglesia ni él pueden señalar a alguien. Hay situaciones que no comparto con la Iglesia. Soy una persona de mucha fe. No soy católica, mi familia lo es, pero debo reconocer que hizo cosas importantes. Espero que quien lo suceda esté a la altura.

En Ecuador celebramos este domingo 11 el Día de la Madre. ¿Cómo este rol cambió su vida?

Absolutamente. Me tomó por sorpresa, porque yo era muy independiente, lo más importante de mi vida era mi profesión. De repente me di cuenta de que lo más importante es mi hijo, su felicidad. También entendí que para que él sea feliz, su madre tiene que serlo. Campamento con mamá es una película en la que me acompañó en todo momento. Vivo sin culpa el hecho de estar sin él. Está en la escuela y comparte con su padre.

Su historia de amor

Natalia tenía 23 años y Ricardo Mollo, 43. En más de una oportunidad, la actriz confesó que fue ella quien se enamoró primero de él y que le llevó un tiempo conquistarlo. El noviazgo fue corto, se casaron en secreto en enero del 2002, en un pequeño pueblo al norte de Brasil.

¿Cómo ha logrado mantener un matrimonio de más de 20 años?

Teniendo ganas y dándonos muchas libertades. Mi compañero nunca ha querido que yo me quede en casa. Siempre me vestí como quise, elegí los proyectos que quise y los he compartido con él. Ha sido muy feliz con lo que me pasa. Tenemos vidas diferentes, somos personas distintas y está bien, para que tengamos ganas de estar juntos y no sea por costumbre.

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