Una Virgen con Jesús en brazos y rodeada de ángeles, reposa junto a una agraciada mujer semidesnuda que sostiene una copa. Una niña indígena posa en el campo, mientras una pequeña mestiza, vestida a la moda del siglo XIX, la mira desde la pared opuesta.

Estos son cuatro de los veintidós retratos que conforman la exposición Retratos de la Colección Nacional, muestra que abrió sus puertas en el Centro Cívico Cultural, Museo y Biblioteca Mariscal Sucre, en la capital.

Se trata de una selección de cuadros, coloniales y contemporáneos, que retratan a personajes eclesiásticos, líderes políticos y hasta personajes anónimos y sin rostro, pertenecientes a la Colección Nacional de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura y Patrimonio, y de autoría de afamados creadores como Rafael Salas, Oswaldo Viteri, Oswaldo Guayasamín, Joaquín Pinto y Sara Sánchez, entre otros.

Mónica Azuero, museóloga a cargo del espacio, indica que la exposición propone ahondar en la diversidad y la complejidad de este género pictórico “como ventana a la vida y la identidad de las personas retratadas, como una visión panorámica de la condición humana a través de la mirada de los artistas”.

Añade que la variopinta selección, realizada durante varios meses, permite al público reflexionar sobre la autorrepresentación y la identidad.

“Queríamos jugar con este mito de cómo concebimos la imagen del otro. Los retratos son una forma de expresión muy antigua que ha ido evolucionando hasta arribar el día de hoy a los selfies. Se trata de la manera en que tanto hoy, como en el pasado, hemos buscado cómo nos perciban los demás”, asegura.

Devoción, sátira y realismo

Trabajos estudiantiles de la Escuela de Bellas Artes, obras de consagrados creadores y más conforman la muestra.

Esta inicia con retratos habituales; las conmemoraciones de vírgenes, héroes y militares.

“Cuando hablamos de retratos, uno de los imaginarios que tenemos es el de los de los santos, y el otro es el de nuestros próceres, que existen para celebrar, para generar devoción y para reforzar nuestros mitos. Eran imágenes que se usaban para educar, adoctrinar y reforzar el catolicismo y el patriotismo, tanto en la época colonial como la época republicana”, analiza Azuero.

Añade que este imaginario, tan común para la audiencia local, fue tomado con ejemplos minoritarios para dar paso a otros retratos que también recogen los cambios sociales y artísticos por los que pasó el país durante el siglo XX.

“Hicimos una selección consciente, en la que también hay niños indígenas jugando, sátiras, como ‘Los cerditos’, de Danilo Zamora, y retratos que no son tan figurativos, que nos hacen cuestionarnos cómo vemos al otro”, agrega.

La apertura contó con la visita de trescientos visitantes y con varias actividades, entre ellas, un taller de autorrepresentación dirigida a los más pequeños.

“La muestra cuenta con un recorrido, en el que hablamos con los niños sobre lo que ven y sienten, y luego hablamos de cómo ellos se autorrepresentan. Esto se hace sin una guía definitiva, sino que dejamos que ellos plasmen sus propios retratos según lo que ellos consideran”, afirmó.

En promedio, comenta Azuero, el museo recibe entre 3.000 a 3.500 visitantes mensualmente, principalmente, estudiantes y moradores de la localidad. A lo largo del mes, se llevarán a cabo varias actividades relacionadas con la exhibición, entre ellas, foros y visitas guiadas.

Previo a esta exposición, se llevó a cabo la muestra Tradición y legado. Los oficios de Chillogallo, en la que los protagonistas eran los miembros del sector, mostrando las herramientas de sus oficios.

Retratos de la Colección Nacional está abierto al público de miércoles a sábado, entre las 10:00 y las 16:00, y los domingos, de 10:00 a 15:00. El ingreso es libre.

Una vivienda llena de historia

El Centro Cívico Cultural Mariscal Sucre, ubicado en la plaza central de Chillogallo, es un inmueble patrimonial y de historia emblemática para los quiteños.

En esta casa de hacienda, que data del siglo XVII, se delineó la estrategia militar para el combate libertario de 1822. En ella pasó la noche previa a la Batalla del Pichincha el mariscal Antonio José de Sucre.

Durante muchos años, el espacio fue un museo militar, y uno de los símbolos de orgullo de la localidad.

Este reabrió sus puertas en 2017 como museo de sitio, ofreciendo a los visitantes recorridos por sus instalaciones, muestras pictóricas en constante renovación, y actividades comunitarias para niños y adultos en la biblioteca.

Los pintores anónimos

Gran parte de los retratos están compuestos por piezas de autores anónimos, cuyos nombres han desaparecido con el paso de los años.

“Es algo que sucedió frecuentemente con las obras de mujeres o pintores indígenas”, dice la museóloga.

Pese a ello, los lienzos ayudan a capturar el cambio social de la época, de las técnicas de creación y de la temática que interesaba a los artistas.