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María Paula Romo: "Mi vida es más reguetón que pasillo"

La ministra de Gobierno compartió una mañana con EXPRESIONES en la que habló de sus gustos, pasiones, amores y sabores.

María Paula Romo
María Paula se toma entre cinco y seis tazas de café al día.Miguel Canales León

Uno de los personajes más activos de la política nacional y que no ha estado lejano a la controversia es la ministra de Gobierno, María Paula Romo. En medio de la tormenta y los escándalos, EXPRESIONES abordó a la funcionaria para que responda a El Cuestionario y ella accedió contestando a todo.

Luce serena y sosegada hasta en los escenarios más adversos, ¿siempre es así?

Así soy, tranquila, es difícil que pierda la paciencia. Tengo cabeza fría, creo que es una virtud en el cargo que tengo hoy, analizar las cosas antes de decidirlas, no con pasión, sino desde la razón.

¿Siempre da el pecho a las balas?

A veces más de lo que debería, incluso cuando no me llaman. Si hay un problema, estoy ahí. Es mi trabajo y también mi forma de ser. Si hay que defender, señalar algo o a alguien, no lo pienso dos veces y termino en más peleas de las que debería.

¿En qué ocasiones usa escudos?

Pocas veces estoy pensando en cuidarme, más pienso en lo que pasa en mi alrededor y en hacer lo que hay que hacer. No hay mejor protección que hacer lo correcto, aún en un mundo en una época en la que hay tantas infamias, noticias falsas, comentarios e insinuaciones en redes. Al final del día, las cosas caen por su propio peso, la verdad sí cuenta y se pone todo en orden.

¿Siempre está la mesa servida para María Paula?

Rara vez, pero hay que hacerse cargo y servirla con lo que se pueda.

¿Usted se encarga de hacerlo?

Trato en general de hacerlo, pero en la vida pocas veces las cosas están listas y arregladas, hay que crear las condiciones, todo cuesta esfuerzo y este se disfruta.

Es súper cafetera. ¿Cuántas tazas se toma al día?

Me sirvo cinco o seis, no me lo acabo (risas), pero empiezo a beberlo mientras está caliente. Mi abuelo paterno en su vida de trabajo se dedicó a hacer café, tengo familia súper cafetera.

¿Con qué lo acompaña?

Con pan, me dicen que estoy flaca y es que en los meses de la pandemia me la pasé tomando cafecito con pan porque era lo que había a la mano y se hacía rápido, es mi comida favorita.

¿A quién le gustaría amasar como pan y echarlo al horno?

Esa pregunta tiene que hacérmela después que deje de ser ministra (risas), tengo que evitar esos comentarios.

María Paula Romo
María Paula aspira volver a dar clases cuando concluya su labor de ministra.Miguel Canales León

¿Qué otros sabores la seducen?

Soy más de sal que de dulce, el tomate maduro de la mata, de esos orgánicos para mí tiene un sabor delicioso y también me gustan los quesos.

¿Es de espíritu bohemio?

No. Soy más bien tranquila, me gusta estar en la casa y disfrutar con pocos amigos. No estoy tan conectada con la música.

¿Nunca fue de farras?

De vez en cuando sí, de farra, baile y un tequila.

¿Dónde ahoga sus penas?

No tengo muchas penas. Soy una persona afortunada, agradecida con la vida, tengo una familia hermosa, gente que quiero y me quiere.

¿Feliz?

Sí, tengo un trabajo en general de cosas que me gustan. Encuentro pequeñas satisfacciones en medio de los problemas y son las cosas que más disfruto.

¿En qué momento se quiebra o se sale del centro?

Hay cosas que son difíciles de asimilar, como cuando un hombre en la época de la pandemia asesinó a sus tres hijas y luego se suicidó. Esas cosas no se pueden procesar sin que a alguien se le haga un nudo en la garganta. O el caso de una violación colectiva contra una mujer en Quito. Esas cosas me matan y me sacan del centro, pero no dejo de actuar.

¿El amor también la saca del centro?

Pocas veces me desubico, pero hoy me siento enamorada, querida y también quiero. Estoy con el corazón lleno.

¿Iván Granda o Iván el Grande?

Ambas cosas (risas). Iván es una hermosa persona, con un corazón muy grande. Me ha regalado una familia lindísima con dos hijos bellos, Juanse y Amelia.

María Paula Romo
María Paula se siente una mujer feliz, amada y querida por su entorno.Cortesía

Si su vida fuera un género musical, ¿sería una cumbia, un heavy metal, un reguetón o un pasillo?

Entre las opciones que me ha dado, más reguetón que pasillo y más reguetón que heavy metal, debemos de clausurar esa pregunta hasta que deje de ser ministra (risas).

Además de Ruptura 25, ¿con qué otras cosas ha roto palito?

Con muchas cosas. Soy de pasar página, trato de no quedarme con pendientes ni con resentimientos ni obsesiones ni cargas.

¿Qué es lo que más le cuesta?

Este mundo de mentiras. Me cuesta que una mentira dicha mil veces se pueda convertir en verdad y que las cosas se expliquen por intereses e intereses de conflicto. Pero así es la política. Es como el ajedrez, preguntarse cuál fue la jugada anterior y las tres jugadas que vienen luego. Me gano enemigos por intereses a los que les soy incómoda.

¿Qué opina de las redes sociales?

Hay una gran distorsión de la realidad, hay que desmentir todo el tiempo, mucha manipulación. Mil tuits sobre algo no siempre son mil personas diciendo algo. Está tan contaminado y uno le resta importancia cuando debería ser un espacio para intercambiar ideas.

¿Deberían regularse?

Siempre he sido contraria a la censura. Confío mucho en la capacidad de las personas, debemos tender a una sociedad de adultos en la que podamos debatir y opinar. En términos generales, para las redes, soy enemiga de la censura.

¿Y cómo reacciona a las críticas por la portada de la revista Mariela?

No es mi intención incomodar a nadie. Es una blusa de una empresa nacional (Maytamoda) que imprime cuadros de artistas locales en sus prendas.

¿Qué cosas son inclaudicables para usted?

La ética, la honestidad, la coherencia, la justicia.

¿En el juego de la vida, usted es la que reparte las cartas?

No, soy una jugadora atenta, nada más. Trato de entender lo que está a mi alrededor, pero no me gusta que las otras personas decidan por mí.

Mientras avanza esta conversación, ¿me aceptaría otro café o un tequila?

Un café por la hora, pero si me llama en seis o siete horas le acepto el tequila.

¿Y ese tequila se lo tomaría, además, con Cynthia Viteri o Cristina Reyes?

Cinthya Viteri.

¿Escuchando a Lupita D’Alessio o Chavela Vargas?

A Chavela Vargas.

Chavela Vargas decía que uno siempre vuelve a los lugares donde fue feliz. ¿A dónde le gustaría volver sin pensarlo dos veces?

A mi familia, a las personas queridas, a los libros, a la Academia. No sé si quiero hacer política de nuevo, pero cerca de una universidad, toda la vida.

¿Cómo le gustaría ser recordada?

Ojalá me recuerden mis alumnos, no por la política. Doy clases y es algo que me gusta mucho, lo hago desde antes de entrar a la universidad. Fui por muchos años profesora y decana de una facultad. Es el espacio en el que me siento más cómoda.

¿Volverá a dar clases?

Sí, seguro que sí. Es mi actividad laboral favorita.

¿Y cuando deje de ser ministra qué hará?

Me tomaré unas semanas de descanso y luego volveré a hacer planes.

A alguien le escuché decir que en esta vida hay que procurar dejar huellas en vez de cicatrices. ¿Cómo va ese camino?

Bien. De verdad disfruto las pequeñas cosas y las pequeñas conquistas. Creo que la política se hace para cambiar realidades, no creo en eso de que uno marca la historia, es la suma de muchas cosas. Pero en todos los actos, personas y situaciones en las que tengo la oportunidad de hacer la diferencia, lo hago.

¿Irá al cielo? ¿Qué le diría Dios al verla?

Esa es una pregunta de examen. Tomaré nota de la tarea.

TAMBIÉN DEBE SABER QUE...

Su serie favorita es Dirty John, está atrapada con la segunda temporada, la historia de Betty Broderick.

Mala para el fútbol, no es hincha de ningún equipo.

Su libro de cabecera: Las memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.

Si su vida fuera un libro sería El olvido que seremos, de Héctor Abad Faccioline.

Si su vida sería una canción escogería Así ha sido mi vida, de Santiago Cruz.