
La Pavlova: La danza revive la historia de una leyenda del ballet ruso
Jessica Abouganem y Avatâra Ayuso unen su talento y visión para traer a escena el legado de la bailarina Anna Pavlova.
Las luces del teatro aún no se encienden, pero en Guayaquil ya se encuentra la atmósfera vibrante de una historia que renace entre puntas, trabajo arduo y disciplina.
Desde hace meses, la bailarina Jessica Abouganem, directora de la compañía En Avant, y la coreógrafa y directora española Avatâra Ayuso han construido, ensayo tras ensayo, la esencia de La Pavlova, obra biográfica que rinde homenaje a Anna Pavlova, la leyenda eterna del ballet ruso.
Entre jornadas que empiezan a tempranas horas del día y terminan cuando la música se apaga, ambas artistas han transformado la sala de ensayo en un laboratorio de emociones y precisión. Allí, cada gesto y movimiento buscan capturar el espíritu de una mujer que cambió la danza para siempre.

La idea que unió a dos artistas
La semilla de La Pavlova comenzó a germinar mucho antes de que ambas bailarinas pisaran el estudio juntas. Jessica recuerda que la idea inició en plena pandemia, cuando tomaba clases de historia del ballet con la profesora uruguaya Lucía Chilibroste. “A través de ella, me enteré de que hace dos años una coreógrafa española (Avatâra) había puesto en escena una obra en Santiago de Chile sobre la vida de Bronislava Nijinska”, relata.
Aquella referencia, sembró en ella una inquietud creativa que no tardó en encontrar un camino propio y, a finales del año pasado, decidió contactarla. “Nos pusimos a analizar personajes porque sabíamos que debíamos trabajar con una figura relacionada a la danza, y mutuamente surgió el nombre de Anna Pavlova”, cuenta. Desde entonces, la idea dejó de ser un sueño para volverse un proyecto concreto que tomó varios meses de investigación a cargo de Avatâra junto al dramaturgo Ignacio Vleming.
Eso sí, lo que impulsó a Avatâra a venir a Ecuador para este proyecto fue la determinación que Jessica le transmitió al querer hacer algo que nunca nadie había hecho, contribuyendo al repertorio del mundo del ballet.
“Me motivó saber que había una mujer ahí, al otro lado del mundo, que quería atreverse a darle vida a esta idea. Cuando creas algo nuevo de cero es lo más arriesgado, porque el público no conoce la historia. Éramos muy conscientes de que había que hacer un trabajo para ayudar al espectador a ver la relevancia en la danza de este personaje a principios del siglo XX y que pasó por Guayaquil en 1917”, añade.
Tintes del cine mudo
La ambientación de esta obra transporta al público a una época en la que la luz, las sombras y el silencio lo dicen todo. Inspiradas en el cine mudo y la estética del film noir, Avatâra y Jessica concibieron un ballet en blanco y negro, una puesta en escena que juega con contrastes para evocar el mundo en el que Pavlova se convirtió en leyenda.

“Quisimos recrear esa atmósfera y, una vez tomada la decisión estética, comenzó el trabajo minucioso: definir utilería, vestuario y todos los detalles clave para construir una narrativa visual ideal para la historia”, explica Avatâra.
Sin embargo, aunque la estética remite al pasado, la puesta en escena tiene un toque moderno y minimalista que crea “un contraste de lo antiguo en lo moderno”, como señala Jessica. Destacan objetos alusivos a los países que Pavlova visitó (como abanicos españoles, sombreros mexicanos o sombrillas chinas). Uno de los elementos más impactantes es la instalación de 400 puntas donadas por bailarinas de Guayaquil y de España, suspendidas en el aire como un homenaje silencioso a todas las mujeres que han construido la memoria del ballet con dedicación y entrega.
“Es un honor para nosotras tenerlas presentes”, expresa, consciente del peso simbólico que estos objetos representan. ¿Por qué? Porque las puntas colgadas no solo adornan el escenario, también hablan del recorrido, del sacrificio y del legado compartido entre generaciones de artistas.
Los otros rostros
El elenco reúne a alrededor de quince intérpretes, en su mayoría bailarines de la compañía En Avant. Jessica interpreta a Anna en su versión adulta, mientras que la versión joven está a cargo de Dallyana Román.
Además, entre los personajes de la obra está Víctor Dandré (pareja de Pavlova), interpretado por el coreógrafo residente Max McClure. La directora de cine Lloy Weber es personificada por la gestora cultural y docente Cindy Cantos, en tanto que Doménica Morán da vida a Chaplin y Marina Robinson encarna a La Muerte, personaje ficticio que refleja la dualidad entre la fuerza y la fragilidad que acompañaron la vida de la bailarina rusa.
Jessica Abouganem y su regreso a las puntas
Para Jessica, volver al escenario implica un trabajo físico, pero también un viaje emocional hacia lo que siempre la ha definido. Su última presentación fue en 2019.

Tras la pandemia y el nacimiento de su tercer hijo, volcó su tiempo a la maternidad, la docencia y al arduo trabajo que hay detrás de una compañía de ballet.
Pero cuando surgió la idea de esta obra hace un año, Avatâra le propuso interpretar el papel de Pavlova, porque “Jessica trae su pasión, su alma, un conocimiento propio al escenario. Ella está en sus 40, la misma década en la que Pavlova murió, y se necesitaba alguien que tuviese una experiencia vital en las artes y en la vida”, dice la coreógrafa española.
Desde entonces, la bailarina ha vuelto a ensayar, sin importar el dolor inevitable de cada sesión. “Todavía sufro una barbaridad cada vez que me pongo y me saco las puntas, pero es un dolor que me hace sentir viva. Es algo que me apasiona y amo hacer”, afirma.
No hay duda: interpretar a Pavlova representa uno de los mayores desafíos de la carrera de Jessica. Por un lado, está su reencuentro con las puntas; por el otro, la profunda carga simbólica de este rol.
“Siento que puedo honrar el trabajo que ella dejó. Eso me emociona y me honra mucho”, confiesa.
Guayaquil: Una ciudad que abraza la danza
Ambas artistas están seguras de que el estreno de La Pavlova llega en el momento preciso, ante un público local que está preparado pero que, además, merece disfrutar de espectáculos que abrazan la historia de la ciudad y su patrimonio cultural.
“Es importante para la propia identidad del guayaquileño que sepa y reconozca a las grandes personalidades de la cultura que pasaron por aquí y dejaron un legado”, afirma Jessica.
Avatâra coincide y destaca la relevancia de que este estreno suceda justamente en el país. “El guayaquileño debe sentirse orgulloso, porque este ballet no lo ha hecho nadie en todo el mundo. Con todo el equipo hemos sido los primeros en contribuir a ese legado del repertorio del ballet y de las artes”, señala.
Datos claves
- Entre las escenas más memorables estará La muerte del cisne, la emblemática pieza que la bailarina interpretó más de cuatrocientas veces a lo largo de su vida.
- La obra se dará a cabo el domingo 21 de diciembre a las 17h00 en el Teatro Centro de Arte. La entrada es libre y puede obtener sus entradas desde el jueves 10 de diciembre en las instalaciones de la academia En Avant (Urdesa, Calle Circunvalación Norte 311).
Créditos. Fotos y producción: Vanessa Tapia (@vantap.photostudio). Maquillaje: Paola Saavedra (@paosaavedramakeup). Peinado: María José Llorente (@majollorente_mua). Locación: Academia En Avant (@enavant.ec). Vestuario de Avatâra: Sandy Fashion (@sandyfashion).
¿Quieres seguir leyendo el contenido de EXPRESO? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!