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Residencia de Bad Bunny
La casa construida para la residencia de Bad Bunny en el Coliseo de Puerto Rico, se convirtió en símbolo de identidad y emoción durante el espectáculo.RITMO SOCIAL - CANVA

‘No me quiero ir de aquí’: la casa que construyó Bad Bunny para su show

Bad Bunny sorprendió al público con una escenografía monumental que incluye una casa construida especialmente para el show

Quienes asisten a la residencia 'No me quiero ir de aquí' de Bad Bunny en el Coliseo José Miguel Agrelot no solo presencian un concierto: entran a un universo escenográfico que recrea un monte en el centro de la isla y una casa construida en la parte posterior del área de arena. La estructura, diseñada por talentos locales, se ha convertido en uno de los elementos más comentados del espectáculo.

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¿Quiénes la construyeron y qué representa?

La casa fue diseñada por Mayna Magruder Ortiz y construida junto a Rafael Pérez Rodríguez, ambos puertorriqueños. Su trabajo no solo responde a criterios estéticos, sino también emocionales: la casita representa el hogar, la raíz y el sentido de pertenencia que Bad Bunny ha querido transmitir en esta residencia.

Es un homenaje a la cotidianidad boricua, a los espacios que nos definen y a la nostalgia de lo que no se quiere dejar atrás.

“Estos shows se sienten como si estuviéramos más unidos que nunca”, expresó Bad Bunny sobre la experiencia en su isla natal

Una residencia con alma local

La residencia 'No me quiero ir de aquí' ha sido descrita por el propio artista como una celebración íntima con su gente. La escenografía, lejos de ser un simple telón de fondo, se convierte en protagonista emocional del espectáculo. La casa, ubicada estratégicamente en el escenario, funciona como punto de encuentro simbólico entre el artista y su público.

La casa como símbolo narrativo en la obra de Bad Bunny

Esta estructura replica visualmente el hogar que aparece en el cortometraje Debí tirar más fotos, y funciona no solo como decoración, sino como extensión de su universo artístico. La marquesina hace  de cabina de DJ, el techo se convierte en tarima, y el montaje evoca la vida cotidiana de Puerto Rico, fusionando nostalgia, identidad y pertenencia. 

En esta residencia, la casa es el corazón del relato: un refugio emocional desde el cual el artista canta, recuerda y reconecta con sus raíces.

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La casa de Bad Bunny en el Coliseo no es solo una estructura física: es una declaración de amor a Puerto Rico. En tiempos donde los conciertos se llenan de efectos visuales y tecnología, el artista apuesta por una escenografía que conecta desde lo emocional. 

Porque a veces, lo más poderoso en un show no es lo que brilla… sino lo que se siente como hogar.

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