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Camila Martinod: “Más que formar artistas, el arte ayuda a tener un mundo mejor”

Desde hace un año lidera la escuela Jana en Ecuador, donde más allá de impartir artes escénicas le apuesta a una enseñanza positiva

Calma, movimiento, libertad. Todas esas sensaciones y más están presentes en niños y jóvenes durante las clases de arte.

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Aquello también lo percibe Camila Martinod mientras los observa, y a la vez se enorgullece de cómo se conectan más consigo mismos.

Ella es la coordinadora de la escuela Jana artes escénicas en Ecuador. Pero no solo eso. Es una creativa 24/7 y, a la vez, una visionaria que desea que las artes no sean solo para un público reducido, sino para muchos.

A sus 26 años lidera este proyecto desde su segunda casa, el Teatro Sánchez Aguilar, fundado por su abuelo materno. Allí se formó, ha trabajado y transmite lo que está en su ADN.

Ya ha pasado un año desde que los espectáculos de estos chicos han sido ovacionados en los escenarios, y para esto Camila cuenta los retos que han venido en el camino.

“El arte me hace crecer”

Dice que desde niña se ha vinculado a las artes con todo el respeto que estas requieren. “En casa me lo inculcaron. Es algo que ha ido pasando de generación en generación gracias a mi abuelo”, recuerda sobre Carlos Sánchez Aguilar. De ahí que siempre estuvo experimentando con sus talentos, ya sea en clases de pintura, ballet y teatro.

De adulta siguió ese mismo ímpetu. Estudió Producción Teatral (Escenografía y vestuario escénico) y, asimismo, Diseño de Modas en España. Pero no fue lo único. Si bien a ella le gusta estar siempre activa, en sus tiempos libres aprovechó para tener acercamiento con la escuela Jana, una de las más reconocidas en Madrid.

“Me metí en cursos de movimiento e improvisación. Fue un ambiente muy positivo. Nadie te juzga, todos están dispuestos a apoyarte”, cuenta. Hasta entonces ese capítulo parecía haber terminado.

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A su regreso al país, comienza a trabajar como vestuarista y diseñadora de indumentaria para obras, como Carta de una desconocida; asimismo, asistente de producción en Romeo y Julieta, entre otras. Y no fue hasta antes de la pandemia cuando el teatro y la Fundación Sánchez Aguilar empiezan a tantear la idea de traer la franquicia de la escuela Jana, pero por el confinamiento esto se concretó en el 2022.

“Cuando escuché hablar del proyecto, me llenó de mucha ilusión y me postulé para poder ejercer como coordinadora”. Así, entre méritos propios, tras una selección de varios aspirantes, fue escogida para asumir ese rol y desde entonces se ha encargado de hacerlo crecer.

“Creo que el arte es un aporte muy importante... Saca una mejor versión de nosotros mismos. En mi caso, por ejemplo, me ayudó a descubrir las cosas que soy capaz de lograr. Ser jefa, si bien es algo retador, día a día me hace crecer como ser humano”, reflexiona.

Camila Martinod.
Es coordinadora de la escuela Jana en Ecuador.Juan Faustos

Desde la educación positiva  

A inicios de este mes, Camila empezó de nuevo su agenda apretada tras el inicio de las clases anuales. “Yo respiro arte... No descanso”, bromea sobre su horario.

Si no está en Jana, está boceteando vestuario para proyectos de obras teatrales. No para de estar activa y creando.

En cuanto a la escuela, dice que saca su lado polifacético. No solo es la coordinadora, también asume la comunicación para poder hacer contenido de marketing. Para el resto de actividades tiene el apoyo de cinco profesionales (y jóvenes), entre esos, profesoras con quienes asume el reto de seguir despuntando el proyecto.

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“Hay mucho interés por el arte. Sí, es verdad que hay chicos que les cuesta la decisión de venir porque prefieren otras actividades, como el fútbol, por ejemplo. Pero es nuestro reto y es muy enriquecedor ver a niñas y niños disfrutar el hecho de estar en el teatro”.

Ello se debe a que la metodología de enseñanza es diferente. “La escuela si bien forma nuevos artistas, tanto en canto, interpretación y baile, el objetivo es que ellos puedan desenvolverse en el mundo y hacer de este un mejor lugar... Les impartimos una educación positiva.

Es decir, a través de técnicas de aprendizaje les damos herramientas para que puedan crecer no solo en el escenario, sino en su día a día”, explica y, a modo de anécdota, cuenta “hemos visto que niños tímidos logran expresarse mejor en público, desarrollan mejor su creatividad, logran trabajar en equipo y van descubriendo más cosas que son capaces de lograr”.

Para abrir caminos, las maestras viajaron a España, donde funciona la sede principal de Jana, y se capacitaron. Camila también hará lo mismo, pero desde la parte de coordinación y también en un curso intensivo de teatro. “Es importante ver las dos caras de la moneda para poder innovar”, dice con ilusión. 

Aunque la escuela temporalmente ha funcionado dentro de las instalaciones del Teatro Sánchez Aguilar, este año aspiran a tener instalaciones propias. El edificio ya está en construcción junto al TSA.

En caso de que los chicos quieran más adelante continuar en España, menciona que la sede principal tiene las puertas abiertas para recibirlos.

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Así aspiran a cumplir sueños a todos, y esto tiene que ver también con la inclusión tanto en Jana niños y Jana musical (para los más adultos) . “En el vacacional, tuvimos en la clase abierta un niño con síndrome de Down y fue recibido muy bien por el resto de estudiantes”, cuenta como anécdota.

Así va su trabajo, donde nada de lo que pasó antes en su vida fue de casualidad. “A veces, uno no sabe por qué pasan las cosas. El hecho de haber estudiado Producción Escénica y luego Diseño de Modas sirvió igual para formarme, y a la final se terminaron uniendo desde el arte”, comenta. Y eso se percibe en la esencia de esta joven que no se queda quieta. “Todo lo que uno recorre en la vida, lo hace polifacético y termina siendo un plus”, concluye.

Camila Martinod.
Es nieta del fundador del teatro Sánchez Aguilar, Carlos Sánchez Aguilar.Juan Faustos