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Bruno Leone.
Bruno Leone.Miguel Canales

Bruno Leone: "Mi norma es vivir en equilibrio"

El empresario atunero se considera solo un trabajador de la industria

Las imágenes del padre Pío, del arcángel Miguel, la Virgen del Carmen (incluso hay una gruta en los exteriores), la Divina Misericordia y el Corazón de Jesús que se aprecian al ingreso y en el interior de sus oficinas dejan ver que el empresario e ingeniero guayaquileño Bruno Antonio Carmelo Leone Pignataro (68), presidente de la Cámara Nacional de Pesquería, es religioso y católico. Lo admite sin reparos.

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Está de luto por la muerte de su madre, Yolanda Pignataro, quien falleció el mes pasado a los 93 años.

Es director de Solca, excampeón nacional de tenis de mesa, deporte que ya no practica, y emelecista. Aunque ama al equipo azul, no se considera un ‘enfermo’. Está casado con María de Lourdes Jiménez y tiene tres hijos: Bruno, quien trabaja con él; Fiorella, que es como también llamó a su primer barco; y el menor Paolo, dedicado a la medicina.

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Es una bendición que usted haya compartido con su madre hasta esta edad.

Totalmente. Mi padre (Francisco) y mis cuatro ‘nonnos’ (abuelos) eran italianos; ella nació en Ecuador. Somos muy familiares. Cuando Dios se la llevó, se fue tranquila, no sufrió. Como yo vine al mundo el 16 de julio, día de la fiesta de la Virgen del Carmen, uno de mis nombres es Carmelo. Luego supe que la Virgen era la patrona de los pescadores. Estoy súper protegido, la protección divina está conmigo (muestra el escapulario que luce en su cuello).

A usted lo consideran uno de los reyes del atún.

(Risas) Soy solo un trabajador de la industria. El negocio del atún a nivel mundial es grande, pero está en manos de pocas personas porque es una actividad súper regulada. El atún es un pez muy migratorio, se lo conoce como un pez sin patria. No cualquiera entra en esta actividad.

En la vida nada pasa por casualidad, así que alguien o algo debe haberlo motivado.

La pesca es uno de los motores de la economía del país y es una industria que da trabajo a miles de personas. En este negocio estoy desde 1990. Mi suegro, Agustín Jiménez, se dedicó a esta actividad, aunque yo soy ingeniero industrial de profesión, era banquero. Mi suegro, por sus conexiones internacionales, logró convencer a la multinacional StarKist para que procese atún en Ecuador. Yo le servía de traductor en las reuniones. 

Él era el verdadero rey del atún. Me hice muy amigo con el que era entonces el jefe de ingenieros de StarKist, un croata, que es mi compadre Diego Miletic. Juntos nos compramos el primer barco. Y ahí empezamos. Era 1991 o 1992. Soy muy cercano a mis cholitos, a los pescadores, como los llamo con cariño.

Bruno Leone.
Con su madre, Yolanda.Cortesía

”Nos dejaron una educación en valores muy sólida”

Acaba de despedirse de la mujer que le dio la vida. ¿Qué legado le dejó?

Sería injusto hablar solo de ella y no de mi padre. Nos dejaron un apellido nítido, respetable y transparente. Mi hijo Paolo cuenta que en clases o en el hospital le preguntan cuál es el parentesco que tiene con el Dr. Panchito, así llamaban a mi padre. Él responde que fue su ‘nonno’. Dice que lo recuerdan con cariño, ya que fue profesor universitario durante muchos años. Nos dejaron una educación en valores muy sólida y una vocación de servicio. 

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Ese es el gran legado. Mi hermano mayor, Mario, es jefe del servicio de cirugía de Solca, hospital del cual soy director. Todos nuestros barcos tienen nombre de mujer (Fiorella, Malula, Yolanda, Rossana, Doménica y Claudia), pero hay uno que se llama Panchito L, porque mi hermano menor falleció de cáncer de páncreas. Fue doloroso. Solo tenía 42 años.

¿Esta amarga experiencia y la vocación de servicio que menciona hicieron que se involucrara en Solca?

Así es, y considero que Solca es un orgullo para Guayaquil. Hemos invertido en equipos de última generación. Todo el departamento de medicina nuclear es como ingresar a un hospital de Estados Unidos. Considero que debemos defender con nuestras vidas a Solca, a la Junta de Beneficencia y al Benemérito Cuerpo de Bomberos. El 90 % de las emergencias que se dan en la ciudad son atendidas por sus ambulancias.

“Vivo en paz, no siento miedo”

A través de su labor en el hospital o por vivencias personales, tiene contacto con la muerte.

Como vivo en paz, no siento miedo. Soy operado del corazón. Tenía un prolapso en la válvula mitral (es el término usado cuando no se cierra adecuadamente la válvula) que después de la covid-19 se complicó. Me daba taquicardia, pero luego fue más frecuente. Me sometí a exámenes y se consideró que lo mejor era que viajara a Estados Unidos. 

Bruno Leone.
Es director de Solca.Miguel Canales

Así lo hice y me fui a la Clínica Mayo, en Rochester, Minnesota, con la idea de que me reparen la válvula. Allá todo cambió. Me hicieron otro TAC coronario y un cateterismo. Tenía tapada una arteria un 80 % y otra un 60 %. Tal vez en ese momento la molestia no era mayor, pero en cinco años yo seguramente iba a regresar corriendo a la clínica, si es que llegaba vivo. En ese momento tuve que tomar la decisión de ser intervenido. Me abrieron, fueron 11 horas de operación. A los cinco días salí, no surgieron complicaciones. Siempre me sentí protegido. Ahora hago dos horas de gimnasia y juego voleibol y golf. Mi deporte era el básquet. El pimpón ya no lo practico.

”He podido enseñarles el negocio”

En ocasiones en las empresas familiares, ni los hijos y muchos menos los nietos quieren seguir con el negocio y terminan vendiéndolo. Acaban con lo que a sus abuelos o padres les costó mucho esfuerzo.

Bruno trabaja conmigo, además el hijo de mi hermano Panchito, mi sobrino Francisco Renato, también. Dios me ha dado esa oportunidad de enseñarles el negocio. Les gusta, están conociendo gente y aprendiendo cómo son las negociaciones internacionales. Tengo un amigo que es mayor y que está en ese caso que menciona: tiene tres hijos y a ninguno le interesa el negocio. 

Recuerdo que un día mi hermano, que era profesor de la Universidad Católica, me pidió que diera una charla a los estudiantes, a los que les hablé de cómo ser empresarios y de la ética, que el dinero no puede ser el disparador para la toma de decisiones, hay más en juego. Según algunas encuestas, lo que más motiva a un trabajador es que sus ideas sean tomadas en cuenta o ser parte del proyecto; el dinero no está en primer lugar. Les dije que muchas veces en la vida, perdiendo se gana.

"La confianza en fundamental"

¿A los 68 años, cuáles son las normas que aplica?

Una norma con la que yo llevo mi vida es tratar de vivir en equilibrio. Se lo logra teniendo conciencia. Si yo he pasado toda la semana trabajando, entonces debo hacer conciencia de que debo descansar y pasar en familia. Si he comido o bebido de más, debo hacer conciencia de que tengo que cuidarme. Son solo simples ejemplos.

Los empresarios, y menos los políticos, casi nunca cumplen con la palabra dada.

Leí un libro de Francis Fukuyama que se llama Confianza. Él argumenta que la confianza tiene un valor económico muy importante. Hay sociedades en las que funciona mucho el tema de la palabra y la confianza. En los negocios ahorra dinero. Yo creo en ello. Antes de que ustedes llegaran, estaba negociando la venta de un pescado. Todo es la palabra; todo lo demás viene después para formalizar.

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¿Seguramente se ha llevado más de una decepción?

Me las he llevado, pero ahí aplico lo que le mencioné: perder y ganar. A los 68 años, prefiero morir en lo mío. La confianza, la credibilidad, toma años en construirla, pero en un segundo se destruye. Aunque se paren de cabeza, no vuelve. Un tema que lo he escuchado mucho en política: percepción es realidad; cuando la gente percibe que eres honesto y capaz, eso queda.

"En la pandemia hubo venta loca de atún"

Usted debe estar cansado de comer atún. De vez en cuando se come una parrillada. 

(Risas) ¡Claro que me como una parrillada! Como atún y pasta por lo italiano. Cuando estuve con el problema cardíaco, el médico recomendó que siguiera la dieta mediterránea. Vine con un defecto de fábrica, no metabolizo las grasas. En mi casa trabaja una señora que se llama Filadelfia que cocina rico, pero los domingos no va. No sé cocinar, pero un rico atún con arroz blanco, aceitunas y aceite de oliva es un plato delicioso.

Por su trabajo, por salud, ¿nunca le dio por comer solo pescado y mariscos?

No como cangrejos, langostas; en general, los crustáceos no están en mi lista. Tal vez lo de sacar la comida del cangrejo sea lo que no me guste (risas).

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Durante el encierro por la pandemia, lo más fácil y práctico era abrir una lata de atún. ¿Favoreció a las ganancias?

Sí, la gente comía mucho atún, hubo mucha venta. El hábito del comprador en Europa y Estados Unidos es ir al supermercado y comprar unas cuatro latas. En la pandemia adquirían entre ocho y diez. Hubo ventas locas, pero generó que las grandes empresas se llenaran de inventario y se debió esperar que se consumiera.

Bruno Leone.
De sus padres heredó la vocación de servicio.Miguel Canales

Después del ecuatoriano, ¿cuál es el atún que prefiere?

Nosotros capturamos los atunes tropicales. Tenemos tres especies: el rayado, el aleta amarilla y el ojo grande. Son los que consumimos. En Europa tienen el bonito del norte, cuya carne es riquísima. El encebollado es preparado con el aleta amarilla, no con albacora.

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