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Agustín Pardella
Agustín PardellaCortesía

Agustín Pardella: “La sangre del cine latino no la tiene nadie”

EL actor de La sociedad de la nieve conversa con Expresiones sobre su experiencia tras el famoso film

Fue un encuentro casual con una de las personalidades del momento. Agustín Pardella es uno de los actores más populares tras destacar la película La Sociedad de la Nieve, en la que trabajó, en la última temporada de premios. El argentino es un actor que busca en su oficio siempre un aprendizaje, así va en busca de proyectos que lo enriquezcan como ser humano.

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A los 17 años inició su trayecto como actor, algo que ya estaba marcado en su camino, puesto que sus padres siempre han laborado en teatros. Las tablas fueron tan familiares como su casa.

Aunque lo intentó desde niño, fue en la adolescencia cuando llegó un proyecto a su medida. Por eso Agustín acepta que ser actor es un trabajo arduo, y la entrega es lo que lo hace satisfactorio.

A sus 30 años, el golpe de fama que le ha brindado esta cinta nominada al Óscar en la categoría de mejor película extranjera llegó para marcar su vida. Sin embargo, el no tener tanta visibilidad en redes sociales le ha permitido gozar la fama paralelamente a su rutina habitual.

El intérprete visitará Ecuador la próxima semana. Esto se dará en el marco de las conferencias que en Quito y Guayaquil dará Roberto Canessa, sobreviviente del accidente de los Andes.

Evitó perderse en el personaje

¿Cuánto llevaste a Nando sobre ti hasta que decides regresar a Agustín?

Habrá sido un proceso de dos años. Es un montón y lo dejé luego del estreno, allí lo solté. Y decidí alejarme por una cuestión psicológica mía. También para procurar ir a otros lados.

¿Cómo se presentaba este personaje en casa?

Por ejemplo, si veía a alguien estacionado afuera de mi garaje, era capaz de caerle a trompadas (puños). Mi humor cambió mucho. ¡Era un demente! Un ridículo, un tarado. Estaba muy irritado por todo.

¿Y cómo es realmente su personalidad?

Sí soy mecha corta, por suerte hago mucho deporte. Son deportes de combate y eso ayuda a calmarme. No me cuesta nada calentarme (risas).

¿Cómo vivió la temporada de premios?

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La verdad es que prefiero quedarme en casa, disfrutando de la familia. Los premios son eventos en los que hay una demanda energética que me afecta de manera negativa y prefiero ponerle atención a algo que me haga mejor.

Con esta exposición también llega su nombre a la farándula. ¿Cómo ha vivido todo ese interés que ha despertado su nombre?

No tengo ninguna red social más que Instagram, así que quizá no había tanto chisme. Sé que lo que sucede es parte de esto a lo que me dedico, es algo que puede aparecer y terminar.

¿Cuál fue el evento más bonito?

Creo que cuando estábamos grabando el rescate y yo pasaba grabando con el helicóptero este momento final, fue el que más se me quedó en la cabeza. Fue muy significativo porque era volver a casa, volver a comer, ser más sociable y no ser ese animal que tanta felicidad también me trajo.

¿Cuánto peso perdió?

Unos 10 o 12 kilos, algo por ahí.

La grabación de La Sociedad de la Nieve fue muy demandante. ¿Se sumaría a otra producción que requiera la misma entrega?

Por supuesto. Me fascinan los desafíos. Debe tener algo que me haga transitar con honestidad.

Ha dicho en varias ocasiones que se unió a la actuación porque le permite vivir locuras. ¿Sigue sintiéndolo así?

Sí, la verdad es que la libertad que siento es como una religión en mí. Me gusta aprovechar todo esto para al final del día poder ser un mejor actor y una mejor persona.

Lo nuevo en su vida

¿Qué oportunidades se han abierto luego de esta cinta?

Ya he grabado otras dos películas. Una se llama 1978 y otra película basada en el libro El tercer Reich de Roberto Bolaño, escritor chileno. Estoy abarcando otras situaciones y personajes.

¿Qué rescata del cine latinoamericano ahora que tuvo tanta exposición?

Su autogestión, la que no se ve en ninguna otra parte del mundo. Esto enriquece tanto los relatos y los vínculos y terminas emocionándote de verdad. La sangre que recorre el cine latino no la tiene nadie más y eso es valioso.

Pero el cine necesita apoyo gubernamental…

¡Sí! Es fundamental en todos los sectores culturales y se tiene que sustentar esto en lo gubernamental. Favorece tener un buen nivel cultural a la sociedad.

Agustín Pardella
Agustín Pardella tiene 30 años.Cortesía

¿Hay alguna historia en particular que lo mueva actualmente como actor?

Tengo muchas ganas de hacer teatro, por ahí algo se da. Pero hay algo que está rodando, lo voy a manifestar en silencio.

¿Hollywood y Europa se abren luego de un proyecto como La Sociedad de la Nieve?

La atención se empieza a notar. Pasas a tener como un cartelito luminoso sobre ti. Por mi parte, pude tener diferentes contactos y diversificar mi equipo con personas en México, Estados Unidos, España, Argentina. Que se vuelva más internacional.

Y finalmente, al interpretar a Nando Parrado y ser tan cercanos, ¿qué ha aprendido de él?

Que es muy fácil ponernos en modo de queja. Que es muy fácil negarnos nuestro destino cuando es fácil llegar. Todos tenemos herramientas para llegar a puerto, pero tienes que tener momentos difíciles, porque es lo que nos enseña el valor de la vida.

Agustín Pardella y el poder de utilizar su instrumento

Su carrera la inicia directamente en el cine, cuando suele ser habitual hacerlo primero en teatro o televisión. ¿Por qué?

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Mi madre, que trabaja en el complejo teatral de Buenos Aires, tenía contacto con una directora de casting. Hice uno a los 13, a los 14, a los 15. A los 16 llegó mi oportunidad, fue Un amor, de Paula Hernández. La directora de casting de aquella ocasión fue la misma de La Sociedad de la Nieve, por coincidencia.

¿Para llegar a esa película ya buscaban su perfil o fue por su nato interés?

Había un casting, yo voy como un caradura. Y fui pasando etapas hasta que llegué a un mano a mano con la directora de casting y la hice llorar en una escena. Así me di cuenta de que podía estar habitando este personaje, explorando rincones emocionales sin la necesidad de estarlo pasando de verdad. Así empezó el juego y me enseñó cómo funcionaba mi instrumento.

Y este instrumento, luego de una película de tanta entrega emocional, ¿se afina o se malogra un poco por el uso?

Llega a tocarte muchas escalas. A vivir muchas instancias que te enseñan a qué extremo te puede llevar con tu instrumento. Luego tienes que llevarlo a un terapeuta, que te ayuda a alinear tus patitos. Por suerte tengo a Vicky (Victoria Maurette, su pareja) y a mis amigos, pilares que me ayudaron a volver al Agustín de verdad y no tanto al personaje.