
Templo Budista de Guayaquil: un espacio que pocos conocen y todos pueden visitar
Desde la arquitectura hasta sus enseñanzas, Yuan Heng ofrece una experiencia de calma y autoconocimiento en La Garzota
El bullicio de la ciudad se va desvaneciendo a medida que nos acercamos al Templo Budista Yuan Heng, en La Garzota, al norte de Guayaquil. No es exagerado decirlo. La imponente estructura se asoma entre edificios de varios pisos y un parque de árboles frondosos que aún conservan el brillo de la reciente lluvia.
La mañana del miércoles, tras un aguacero, el sol abrasador y la humedad sofocan el ambiente. Al abrirse las puertas del templo, el primero en recibirnos es “Sosa”, quien, además de vigilar el lugar, se encarga de la limpieza del centro.
El templo es fascinante. Desde afuera, se erige imponente con sus cinco pisos. El tejado rojo, con los característicos levantamientos en sus extremos, es típico de la arquitectura asiática. Es difícil no detenerse a admirar la belleza de este espacio, inaugurado en 2008, cuya construcción tomó más de seis años. Es el templo budista más grande de Sudamérica.

Poco después, la maestra Yendi aparece al fondo, saliendo de uno de los corredores internos. Usa gafas y un traje de una sola pieza de color marrón. Desde su llegada a Guayaquil, el 15 de agosto de 2023, ha estado al mando del centro. No habla español, aunque suelta alguna que otra palabra; la comunicación fluye en chino, con la ayuda del intérprete Luis Fernando Rojas.
‘La maestra’, como la llaman las voluntarias, nos entrega un par de recuerdos y, casi sin darnos cuenta, lo que parecía ser una breve charla sobre la historia del templo se convierte en un recorrido largo y enriquecedor.
Mientras subíamos en un ascensor hacia las terrazas, nos contó que se despierta a las 04:00 para orar. Después, llama a la comida usando un instrumento de percusión colgado de una cuerda en un pasillo. El desayuno es a las 07:00, el almuerzo entre las 11:30 y 12:00, y la última comida del día, después de las 17:00.
Desde lo alto del templo, hay dos terrazas: una al este, perfecta para admirar el amanecer, y otra al oeste, donde el sol se despide lentamente tras la ciudad. Cerca de ellas, una pequeña biblioteca guarda textos sagrados, entre ellos los ‘sutras’, que contienen las enseñanzas budistas.
Estos libros están en chino, y la maestra espera que, en el futuro, puedan ser traducidos completamente al español, sin depender del inglés como lengua intermediaria.
Inmensas figuras de Buda en los salones
En el recorrido, se detiene para reflexionar sobre el creciente interés de los guayaquileños por el budismo. Con la ayuda de Rojas, nos dice: “El budismo enseña a encontrar el ‘yo’ interior. No hay barreras para aprenderlo. El budismo está abierto para todos, independientemente de la creencia. Busca que cada uno descubra su verdadero ‘yo’ y logre paz”.
La voluntaria Jenny Parreño interviene para señalar que, desde la llegada de la maestra, los guayaquileños han mostrado mayor apertura al templo. La charla se interrumpe antes de entrar en uno de los dos grandes salones. Nos avisan que debemos quitar los zapatos.
En el centro del salón, una imponente figura de un Buda dorado se destaca, rodeada de instrumentos y bodhisattvas. También se encuentran las efigies de los cuatro reyes celestiales, quienes protegen los puntos cardinales: el de Manejar las Circunstancias, el de Escuchar, el de Crecer y el de Ver.
Las esvásticas, presentes en el cielo raso y otras áreas del templo, son un símbolo de las enseñanzas de Buda. Otro elemento tradicional es la flor de loto, que representa la pureza y el despertar del espíritu.
En el segundo salón, tres figuras monumentales de Buda, de más de tres metros, descansan sobre flores de loto. La maestra coloca cojines y realiza postraciones por varios segundos.
Luego, nos dirigimos a un aula donde se imparten clases. Allí, toma un tazón tibetano, un instrumento de metal con forma de vasija que emite un sonido similar al de una campana. Primero lo golpea suavemente con un mazo y luego lo hace vibrar frotando sus bordes.
Finalmente, coloca el tazón cerca de nuestras cabezas para que podamos percibir su sonido envolvente. La experiencia es profundamente relajante. La maestra repite el ejercicio con otros instrumentos.
En otra zona, hay pequeñas velas encendidas dentro de recipientes con aceite, acompañadas de tarjetas con los nombres de personas fallecidas. “Los familiares han pedido que se mantengan así, para recordarles y pedir por su paz al cuidado de Buda”, nos explica la maestra.
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El impacto del Templo Budista en Guayaquil
Al salir, Parreño comenta que descubrir el Templo Budista le cambió la vida. “Llevaba un largo camino buscando la verdad, y aquí, con mis compañeros del templo y las enseñanzas de la maestra, he sanado heridas que ni siquiera sabía que tenía”.
Estefanía Lozano, quien acude al templo desde hace un año y medio, comparte su experiencia tras comenzar con la meditación. “¿Cómo ha cambiado mi vida? He mejorado mis relaciones personales y encontrado mayor claridad en mis objetivos”.
Los fines de semana, el templo ofrece clases de caligrafía china, taichí, cocina, meditación y también realiza ejercicios de fisioterapia y yoga para adultos mayores. De lunes a viernes, el templo está abierto para visitas, aunque se requiere un registro previo por motivos de seguridad.
La maestra Yendi confesó que uno de sus planes es convertir el templo en un punto turístico de Guayaquil. Sus puertas, tanto para locales como para extranjeros, siempre han estado abiertas.
El recorrido termina con un mensaje que surge al tomar un papelito al azar de una especie de tómbola, que nos sugiere seguir disfrutando de lo que nos mantiene ocupados.
Templo Budista de Guayaquil: Horarios de actividades
El Templo Budista Yuan Heng ofrece diversas actividades abiertas al público durante los fines de semana. Los sábados, la jornada inicia temprano con clases de taichi de 07:00 a 09:00, seguidas de sesiones de té y meditación de 09:00 a 12:00.
De 12:00 a 13:00, se imparten clases de chino, y en la tarde, de 14:00 a 17:00, los asistentes pueden participar en talleres de cocina vegetariana, aprendiendo recetas y técnicas tradicionales.
Los domingos, el templo continúa con su oferta cultural con clases de caligrafía china de 14:00 a 17:00, donde los participantes pueden sumergirse en el arte de la escritura tradicional. Todas estas actividades están diseñadas para quienes buscan un espacio de aprendizaje, relajación y conexión con la filosofía budista.
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