Avenida Las Monjas
El letrero permanece en ese estado hace ya 7 días.Diana Sotomayor

Una señalética a punto de caerse ante los ojos de los agentes de tránsito

Un letrero está torcido en pleno redondel de la avenida Las Monjas. Los agentes que controlan el tránsito, no lo han retirado

Nadie sabe que pasó, pero presumen que fue un accidente. El letrero ubicado sobre el redondel de la avenida Las Monjas, a escaso metros de la Carlos Julio Arosemena, está torcido, con tres de los tornillos que lo sostienen en sus bases ya sueltos y nadie lo reemplaza. 

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La estructura está en ese estado desde hace ya una semana y la ciudadanía se queja por seguir en esa condición, pese a que los agentes de tránsito a diario operan en el sitio. "Están en la mañana, al mediodía y en la tarde, y nadie lo saca. Es como si no lo vieran. Ellos son los encargados del tránsito y de ese tipo de cambios, pero nadie lo ve. Ahí está como si fuera un adorno", se queja el conductor Douglas Arias, quien labora en Urdesa. 

La ciudad alega que no es la primera vez que se reportan daños con las señales de tránsito. "En esta ruta, también por la cantidad de árboles no podados que hay, no se ven los discos Para ni las señales que dicen donde está prohibido girar. Lo que me indigna es que en este punto haya presencia de la ATM. Es un tanto absurdo, ¿verdad?", agrega Lili Hernández, estudiante de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil. 

Obviamente este daño es menor en comparación a muchos otros. Pero, a ver, lo que me molesta es que es la ATM la entidad a cargo de reponer, atender o estar al tanto del estado de la señalética; y aquí, prácticamente los agentes se sitúan junto al torcido letrero. ¿Y alguien hace algo? No, nadie. 

Jeremías Contreras,
​conductor 
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En el redondel, donde las quejas también se han dado por bloquear los giros en el redondel en horas pico (a fin de agilizar el tránsito, a decir de la ATM), los reclamos también van por el irrespeto que hay hacia el peatón. "Hay agentes pero nunca facilitan tu paso. Están pendientes solo de que los carros crucen. A veces para atravesar no más de seis metros, me toca esperar 20 minutos. Tanto el agente como el conductor es irracional. Somos la última rueda del coche", sentencia Loli Carvajal, quien labora en una de las empresas de la avenida principal.