prohibido estacionarse
Avenida Guillermo Cubillos. Este es el panorama que se percibe a diario. El problema se intensifica cuando vehículos como el de la foto intentan ingresar a las fábricas del sector.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

Letreros en Guayaquil: Los ignorados de las calles

Los conductores irrespetan la señales de prohibido estacionar en la ciudad. Hay quejas y riesgos. La comunidad tilda de analfabetos a los infractores

Que el analfabetismo está presente al momento de respetar las señales de tránsito, es lo que piensa Renato Barberán, habitante de la ciudadela Álamos Norte, una de las tantas donde el letrero de prohibido estacionar es ignorado por decenas de conductores.

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Solo en esa ciudadela, en las calles Primer Pasaje 10 N-0 y Destacamento Sur, ambas transitadas, a diario y durante todo el día es posible ver vehículos livianos y pesados, además de motos, aparcados en los espacios donde están empotrados los letreros que prohíben hacerlo.

“Quisiera entender por qué lo hacen, pero no puedo. La viveza criolla y el quemeimportismo de no respetar las normas nos llevan a actuar de estas maneras tan absurdas. Aquí la gente abusa, no lee lo que hay al frente. Y no lo hace porque no le da la gana”, se queja Barberán, mientras es testigo de cómo la calle donde se levanta su vivienda (Primer Pasaje 10 N-0- ) va quedando cada vez más estrecha, a causa de este problema.

Alamos
Álamos Norte. En el Primer Pasaje 10 N-0, hay quejas debido a lo estrecha que ha quedado la arteria.JUAN FAUSTOS SANDOVAL
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En otros puntos de la urbe, este último escenario se torna más complejo. En la avenida Guillermo Cubillos, que es unidireccional, entre las calles Emilio Romero Menéndez y la Juan Tanca Marengo, son tantos los vehículos estacionados a los costados, que desplazarse e intentar ingresar a los negocios del entorno se vuelve una tarea difícil.

En este sector, en un área de casi 300 metros, se levantan un colegio, una embotelladora de bebidas y al menos tres bodegas industriales, de las que entran y salen además (de forma constante) camiones y furgones.

Por estar mal estacionado un vehículo, otro conductor no me vio y casi me arrolla. Hay vías que se tornan más complejas que otras. Y es preocupante, el riesgo está latente siempre.

Antonio Barco,
líder barrial de Mucho Lote 2

En 2016, recuerda el arquitecto Daniel Baten, residente de la décima etapa de la Alborada (aledaña al lugar), la calle dejó de ser de doble sentido precisamente para facilitar la movilidad, y para ello se colocaron los letreros que prohiben estacionarse, pero paradójicamente pasó lo contrario. “Nadie se mueve rápido, ni tampoco hay orden. Por los automóviles corchar a los tráileres, estos hacen maniobras para entrar a las fábricas sin chocarlos, aunque a veces ha sido inevitable. Esto genera un tráfico que se extiende por cuadras”, denuncia.

prohibido estacionarse
A los vehículos pesados les toca maniobrar de varias maneras para intentar no chocar a los autos mal estacionados.JUAN FAUSTOS SANDOVAL
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Baten, quien por las razones expuestas ha dejado de utilizar ya esta ruta, asegura que los agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) nunca recorren este trayecto, por lo que cada vez son más quienes se suman a la lista de infractores, pero sin recibir sanciones.

“Si los uniformados rondaran por donde deberían rondar y multaran a esta gente, el escenario sería otro. Nadie quiere pagar $ 40 (el valor por parquearse en sitios prohibidos) una, dos, tres veces. A la larga su mentalidad cambiaría. Lastimosamente ese no es el caso de Guayaquil. Falta control. Las cámaras de videovigilancia podrían ayudar a dar la alerta”, sugiere Christian Valenzuela, residente de Urdesa, otro punto en cuyas calles secundarias el problema se replica.

La sanción. Según el COIP, la multa por incumplir esta norma equivale al pago del 10 % del salario básico unificado y 3 puntos menos en la licencia de conducir del infractor.

Al respecto la ATM, con un comunicado respondiendo a EXPRESO vía mail, defiende que su personal sí hace rondas y que, de hecho, las sanciones por esta contravención alcanzaron las 21.089 en el Puerto Principal, en el 2020. Lo que, a decir de la comunidad, es poco.

“Estamos hablando de que, en promedio, se entregan 57 citaciones al día: una burla. Y es que basta recorrer las arterias de un solo barrio, uno solo, para que veamos que al menos 10 son los que incumplen, y en poquísimas horas”, detalla Mario Guerrero, quien reside en la calle Dr. Luis Orrantia Cornejo en la Kennedy, donde en ciertos tramos la avenida se convierte en parqueadero público, pese a la existencia de señales.

Ver filas de autos en sitios restringidos es común y, lamentablemente, muchos se han enseñado a vivir así. Por eso no reaccionan, por eso lo ven normal y la sociedad está como está.

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Sobre la sugerencia de que esta infracción sea monitoreada a través de las cámaras, la ATM no lo ve posible. “Estas tienen otros controles a cargo, como exceso de velocidad, bloqueo de intersecciones o algún siniestro de tránsito”. Pero la respuesta poco convence.

Para el conductor Milton Garay, de Los Ceibos, no ayudarse de la herramienta implica una falta de recursos. “Podrían detectar al contraventor desde una central y, en cuestión de minutos, llegar al lugar solo para imponer la multa. Por esta falta de acción es que estamos como estamos. Nos hemos acostumbrado a vivir a medias, entre la mediocridad, el conformismo y el facilismo”, piensa.

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En las calles de Mapasingue, sobre todo las que se conectan con Urdesa, es común la escena de la gráfica.JUAN FAUSTOS SANDOVAL
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En el recorrido que hizo este Diario se pudo constatar que en las calles de Mapasingue, así como en la Ernesto Albán, entre la 25 de Julio y la Domingo Comín, en el sur, la escena no varía. En este último lugar, los accidentes han sido constantes, denuncian los vecinos.

“Por aparcar en zonas prohibidas, no se puede divisar a los peatones, ni a los autos que circulan en las intersecciones. A mí me atropellaron el año pasado. Por suerte estoy vivo, pero denuncié al conductor, puse una demanda y gané”, relata Diego Flores, habitante de Los Almendros, quien pide que las señales de tránsito no sean tomadas más como un juego.