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1. Mercado. Los comerciantes regularizados esperan impacientes recibir a los clientes que llegan poco.Freddy Rodriguez

Guayaquil: La informalidad en las calles vence al mercado de Vergeles

Los comerciantes regularizados denuncian que los puestos en la calle continúan, pese a ya tener una plaza.  Piden al Municipio tomar acciones

Durante más de 10 años los comerciantes de la ciudadela Vergeles, en el norte de la ciudad, reclamaron por la falta de un mercado municipal; sin embargo, ahora que lo tienen se ha convertido en un dolor de cabeza.

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Que no hubo ni hay suficiente promoción para atraer a los usuarios, que las calles siguen llenas de comerciantes informales y que están incluso mal ubicados, son algunas de las quejas que tienen alrededor de 90 comerciantes que desde el pasado 15 de diciembre trabajan en el centro de abastos recién inaugurado. En el que, advierten, no logran vender.

“Luchamos tanto por un mercado y la idea era que se acabe la informalidad. Ahora que lo abrieron casi no tenemos clientes, los pasillos del mercado están vacíos, pero las calles del centro de Vergeles siguen llenas de comerciantes”, reclamó Aracely Vélez, representante de los comerciantes que apunta a la falta de promoción por parte de las autoridades para que la gente sepa que ya el mercado está abierto.

“Estuvo tanto tiempo construido, pero cerrado y ahora que lo abrieron la gente ni sabe. Nunca hubo una inauguración, nunca lo anunciaron ni nada. La mayoría de personas no sabe que ya estamos trabajando y por eso siguen yendo al corazón de Vergeles. Es injusto lo que pasa con nosotros, desde que nos regularizamos nos va mal”, insistió Vélez, que además considera que la ubicación del mercado no es la ideal.

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2. Calle. Los informales continúan laborando en el centro de Vergeles y continúan provocando tráfico e incomodidades.Freddy Rodriguez

EXPRESO realizó varios recorridos por el sector y constató que aunque los comerciantes informales del centro han disminuido, el problema se mantiene.

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Puestos de ropa, de frutas, de legumbres y pollos en las veredas y en las calles, suciedad en media vía y un tránsito complicado, es el panorama que se mantiene en el centro. “Si no nos dieron un puesto, tenemos que seguir parando la olla. No hay otra salida que seguir trabajando”, aseguró Luis Mero, un comerciante que explicó a EXPRESO que al no tener un puesto formal debía seguir trabajando de ese modo ya que era su único sustento.

Sin embargo los comerciantes ahora regularizados denuncian falta de control por parte de las autoridades. “No es por ser malos, pero ellos nos están dañando el negocio. Pedimos al Municipio que haga control con los metropolitanos. No es justo que nosotros estemos pagando aquí adentro una tasa mensual y ellos sigan afuera trabajando, llevándose toda la clientela”, reclamó María Criollo, una comerciante de legumbres que recalca que estaba mejor antes que ahora. “En la calle sí vendía, acá adentro no, nada”, dijo lamentándose.

EXPRESO solicitó una entrevista con los funcionarios del Municipio de Guayaquil para consultar la razón por la que se mantiene la informalidad en el vecindario y conocer cuáles son las medidas y la hoja de ruta que pondrán en práctica para revertir el escenario, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Ha existido falta de promoción por parte de las autoridades. Nunca anunciaron que el mercado fue abierto. Mucha gente ni siquiera sabe que ya estamos trabajando formalmente.

Aracely Vélez, ​líder de comerciantes

Por otra parte, se pudo conocer que incluso algunos comerciantes que tienen sus puestos en el interior del mercado los han dejado para volver a las calles. “Uno debe ir donde pueda vender y por eso dejamos el kiosco cerrado. Adentro no se puede más”, explicó sin identificarse.

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Los vecinos que residen en las calles del centro, por otro lado, no entienden por qué la informalidad continúa si la idea era que todos puedan tener puesto. “Pensamos que con la inauguración la gente ya iba a dejar las calles del centro libres, pero eso no pasa. Entendemos que quieren trabajar, pero llevan años ocupando los exteriores de mi casa y eso no es justo. Aquí el peatón no tiene por dónde pasar. Vivimos en un eterno desorden”, sentenció la residente Lola Neira.

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