Mucho se dijo sobre el consumo del cigarrillo cuando el coronavirus aterrizó en el mundo. El especialista Enrique Terán, médico, con un PHD en farmacología, docente e investigador universitario, con estudios en temas adherentes al tabaquismo, pasa revista de ese tema y recuerda los pendientes en torno a esta problemática en materia de políticas públicas, en el marco de la conmemoración del Día Mundial Sin Tabaco, que se celebró este 31 de mayo.

Los registros más actuales del consumo del tabaco datan de hace más de diez años. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censos, en promedio, los fumadores guayaquileños fuman hasta siete cigarrillos al día. Guayaquil es, además, la ciudad con mayor tasa de mortalidad por tumor maligno de tráquea, bronquios o pulmón, con una cifra de 181 decesos. El 60, 5 % de ese universo corresponde a hombres. Asimismo, más del 70 % de fallecidos a nivel nacional son adultos mayores.

¿Qué hallazgos trae la ciencia sobre el tabaquismo en tiempos de pandemia?

En 2020 hubo un estudios preliminares que sugerían que fumar era protectivo y evitaba que el virus entre al organismo, pero este año la revista Nature determina que hubo errores metodológicos en esa investigación. Es decir, el tabaco no protege del COVID-19. Fumar es y sigue siendo un factor de riesgo.

¿Qué hace el virus si afecta a un fumador?

Ataca de manera más severa. Produce una respuesta inflamatoria pulmonar masiva. El fumador tiene endurecimiento de los bronquios y complicaciones a nivel pulmonar. El virus complica el cuadro.

¿Y para quien está cerca del fumador hay amenazas?

Por supuesto. Quitarse la mascarilla ya es un riesgo y el humo exhalado produce que el aire circule en menor medida, sobre todo en ambientes que están cerrados.

¿Cómo evalúa el trabajo de la prevención del tabaco?

Hemos fallado desde la Organización Mundial de la Salud y todos los países, pensando en que con el simple hecho de decir ‘fumar mata’ ya hace que la gente deje de hacerlo de forma milagrosa. Ni eso ni las imágenes grotescas de los empaques tienen incidencia en el consumo. Además, suspender la publicidad no es suficiente. Hace falta educación.

¿En qué más ha fallado el sistema de control de consumo?

En el tratamiento de estadísticas. El país y la mayoría de los países hace uso de la recaudación de impuestos como un indicador de la disminución del consumo de tabaco y eso no es correcto. Claramente se puede observar (y mucho más en ciudades como Guayaquil), la gran cantidad de mercado paralelo que existe. El contrabando, la venta ilícita de cigarrillos es cosa de todos los días, y basta con salir a la calle para verlo.

¿Además de afectar la estadística, tiene otra repercusión del tema del contrabando?

Hay productos sin registro sanitario, sin ningún tipo de control, de los que se desconoce el nivel de peligrosidad.

¿Qué recomendaciones da a las autoridades?

Hay que hacer todos los esfuerzos posibles para cesar el consumo de cigarrillo. En cuanto a estadísticas, se deben determinar otro tipo de mediciones, como analizar los casos de cáncer de pulmón y los de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. No hay una política real para abordar el problema del tabaquismo.