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Trabajadores. Los empleados prácticamente están de brazos cruzados debido a la ausencia de clientes. Cuando ven a personas, promocionan sus ofertas para atraerlas.Miguel Canales Leon

“Las decisiones del Gobierno nos tienen ya en la quiebra”

Ni con la modificación del horario en el toque de queda logran levantarse los centros nocturnos. Ven un diciembre apagado Exigen anular la medida

Son las 23:00 y aquel escenario común de ver las calles de la zona rosa, además de Las Peñas, Urdesa y La Garzota, llenas de personas eligiendo dónde farrear o el taxi que las llevará a un bar para divertirse entre amigos, es cosa del pasado. Hoy, al menos desde hace un mes, los sitios permanecen apagados, sin gente.

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Que el toque de queda ha aniquilado sus negocios, sostienen. Que ni el hecho de que ahora la medida inicie a la 01:00 ha logrado atraer a los clientes.

RestricciónDesde el pasado 1 de noviembre, mediante decreto se dispuso que durante 45 días regirá el toque de queda en tres provincias. 

“Acá uno recién a esa hora busca a qué sitio ir. Por eso no estoy saliendo, voy solo a restaurantes. Ni en Guayaquil ni en Samborondón farreo. Sería una pérdida de dinero invertir y gastar tiempo en arreglarse si voy a estar solo dos horas. Así que paso. Ahora prefiero las parrilladas en casa”, asegura Sebastián Alarcón, residente de La Puntilla, al explicar las razones por las que no sale ahora a los centros nocturnos de la ciudad.

La pandemia empezó a debilitarnos, ahora la delincuencia y los toques de queda no han puesto en la quiebra. En una noche solo están llegando de 10 a 20 personas. Estamos mal. 

Nicolás vasco, presidente de locales de la zona rosa

En un recorrido que hizo EXPRESO esta semana, pudo constatar que efectivamente en los sitios de distracción prevalecen más los meseros, que están a la espera de los visitantes.

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“No hay ganancias, nadie llega. Ni siquiera nos está alcanzando para pagar los gastos. Estamos viviendo un pésimo 2022 por todas las restricciones que se han tomado”, lamenta Nicolás Vasco, presidente de las discotecas y restobares de la zona rosa, quien responsabiliza a las autoridades por su mal año. “Estamos en la quiebra por las malas decisiones del Gobierno. La pandemia empezó a debilitarnos, ahora la delincuencia y los toques de queda nos han dejado en quiebra. Los propietarios de las discotecas estamos pasándola mal”, se queja, al revelar que ha tenido que reducir ya a parte de su personal. De 18 colaboradores, apenas se ha quedado con cinco.

“Me pone mal eso, he tenido que hacerlo y en estas fechas. Nadie quiere quedarse sin trabajo. Me pone realmente mal todo esto”, agrega.

DISCOTECAS Y BARES VACÍOS
Discotecas. Los centros nocturnos lucen prácticamente vacíos. Se observa a pocas personas disfrutando de la noche guayaquileña.Miguel Canales Leon

Solo en Guayaquil hay aproximadamente 400 establecimientos nocturnos, lo que representa más de 4.000 familias que viven de esta actividad que desde el 1 de noviembre se encuentra afectada por el toque de queda, que empezó siendo a las 21:00, pero hoy es a partir de la 01:00 hasta las 05:00 en Guayas, una de las provincias donde se aplica la medida.

En la zona rosa, la mayoría de bares continúan laborando. Se escucha la música a todo volumen y se observa a los empleados conversando entre sí, mientras se frotan los brazos con las palmas de las manos para aplacar el frío de la noche guayaquileña, que aún se siente.

“En una noche están llegando de 10 a 20 personas y eso ya es mucho. Las cosas están mal”, afirma Yesly Baroja, una camarera extranjera que se emociona cuando ve pasar a una pareja y busca la manera de llamar su atención. “Tenemos ofertas en licores”, “ponemos la música que ustedes deseen”, “venga , garantizamos buen ambiente y seguridad”, son las ofertas que repiten los trabajadores para atraer a la clientela.

Las noches de Guayaquil ya no son como las de antes. Prefiero no salir. Y si lo hago, solo estoy una o dos horas. Esperamos que se acaben pronto las restricciones.

Raúl Landívar, ciudadano

“El ambiente está muerto, la verdad vamos a ir a otra zona. Aquí está todo apagado”, dice Jamil Jarrín, un veinteañero que llega con un grupo de amigos, pero al ver el panorama busca un taxi para ir en busca de ‘un mejor spot’ en el norte de Guayaquil. Aunque él mismo admite que dudan que lo encuentre.

En las discotecas de La Garzota el ambiente es el mismo. Apenas unas cuantas parejas buscan dónde entrar. “Aquí esto es como lo ven. Solo 15 personas vienen en la jornada. Trabajamos como la Cenicienta, solo hasta la medianoche, porque la gente debe llegar a su casa. Estamos jodidos”, expresa Santiago Callejón, uno de los socios de algunas discotecas del norte de Guayaquil.

En La Puntilla las cosas no se muestran distintas. “Cerramos casi un mes y ahora estamos volviendo a abrir. Trabajamos solo hasta las doce (de la noche), esperando que llegue algo de gente”, detalla Ramiro Viteri, propietario de Sociedad Anónima, un espacio donde las ventas se han reducido en un 50 %. “Solo queremos que esto ya acabe. Ojalá no se les ocurra renovar el toque de queda. Eso terminaría de liquidarnos”.

Vasco, por otro lado, enciende las alertas al indicar que si bien los centros nocturnos acatan la disposición, no lo están haciendo los bares clandestinos. “Ellos siguen trabajando, las denuncias están ahí, la gente lo sabe. Pero allá no llegan los controles”, denuncia, al exhortar una vez más a que se derogue la medida.

“Estamos a vísperas de Navidad y de Fin de Año y no sabemos si la norma continuará. Hoy, sin embargo, los asesinatos se mantienen y cada vez son peores. El toque de queda no sirve ni servirá. Guayaquil se está apagando cada vez más”, comenta Fiorela Ledesma, quien vive en Los Ceibos y, al igual que Alarcón, se ha limitado a las reuniones en casa.