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Los productos de la alimentación escolar son entregados a las escuelas fiscales.Archivo / EXPRESO

Coronavirus: más computadoras en lugar de la alimentación escolar

La comunidad educativa del ciclo Costa pide reorientar los recursos del plan. El objetivo es que los alumnos tengan equipos para las clases virtuales

La contratación del programa de alimentación escolar para las unidades educativas fiscales del régimen Costa recibe cuestionamientos por parte de directivos, docentes y padres de familia. Ellos señalan que en lugar de gastar recursos en productos que no son del agrado de los estudiantes, el ministerio de Educación debería invertir en la adquisición de implementos tecnológicos para que los niños de escasos recursos puedan acceder a la educación virtual.

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El año lectivo 2020-2021 inicia a partir del 4 de mayo. Debido a la pandemia del COVID-19 las clases serán virtuales; es decir, los estudiantes no deberán ir a los planteles educativos para recibir enseñanza, ya que esta será a través de plataformas tecnológicas. No obstante, los padres de familia sí deberán acudir cada 15 días a los planteles para retirar las raciones alimenticias, según lo dispuesto por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE).

Los niños de escasos recursos necesitan equipos tecnológicos para recibir sus clases virtuales. El dinero de la colación escolar serviría para adquirir estos implementos.

Agustín Lindao, coordinador nacional de la Red de Maestros

La entrega, cuya fecha aún no está establecida, se realizará en un espacio abierto para garantizar la seguridad de padre, madre o representante legal, quienes deberán acudir con mascarilla, bufanda, pañuelo u otro elemento que proteja su boca, nariz y ojos. Además, deberán llevar guantes y mantener una distancia de dos metros con las otras personas.

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La forma de entrega de los insumos no convence a la comunidad educativa por la exposición de contagio que representa. “No veo necesario que los padres vayamos a retirar esos productos, especialmente cuando sabemos que a nuestros hijos no les gusta. Sería un riesgo innecesario, ya que los chicos estarán en sus casas los primeros meses de clases y aunque sea un café y pan les podemos dar”, indica Alejandra Terán, una madre de familia que habita en el suburbio de Guayaquil.

A los niños no le gustan los ingredientes de la alimentación escolar, creo que no pasaría nada si durante los primeros meses de clases no los reciben. Ellos no irán a la escuela.

Maritza Parrales, madre de familia

Sobre el tema, EXPRESO consultó a los voceros del Ministerio de Educación, pero dijeron que harán su pronunciamiento en las próximas horas.

La colación escolar (paquetes con galletas, barras alimenticias y fundas con bebidas nutricionales) es entregada directamente por proveedores a las escuelas fiscales. Esta se reparte a niños desde inicial hasta octavo año de educación básica.

El programa, que existe desde 1999 en Ecuador, comprende 7’900.751 de raciones alimenticias que llegan a 415.829 estudiantes de planteles fiscales de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón); a nivel del régimen Costa suman cerca de 700.000 los estudiantes beneficiados que reciben néctar de frutas, leche de sabores y bocadillos o barras energéticas.

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Beatriz Guzmán, madre de dos estudiantes que habitan en Bastión Popular, cree que se debería mejorar la calidad de las galletas y resaltó que las leches saborizadas han mejorado su calidad y ya son degustadas por los menores. “Sin embargo, hay leches enteras que se perciben como agua y en el caso de unas barras de cereales prefieren no comerlas por su mal sabor. Son malas, nadie come, antes los niños las botaban por la ventana”, señaló la madre de familia.

Agustín Lindao, coordinador de la Red de Maestros, que agrupa a más de 100.000 docentes del país, sugiere no realizar más contrataciones de alimentación escolar y aconseja que esos recursos sean destinados a la compra de suministros para poder enfrentar la emergencia sanitaria del COVID-19.

“Ese dinero de la colación escolar, durante un período de enseñanza virtual, debería ser invertido en mejorar el sistema educativo fiscal de manera tecnológica, para que docentes y estudiantes puedan cursar este año”, manifiesta el dirigente.

No creo que haya necesidad de exponer a los padres en la entrega de los alimentos. Más importante por ahora es dotar de conectividad a los estudiantes de la Costa.

Luis Chancay, expresidente de la Unión Nacional de Educadores

El Ministerio de Educación garantiza el acceso a una educación a 2’236.306 estudiantes de instituciones fiscales, fiscomisionales, municipales y particulares del país. De esta cifra global, más de 1 millón 800 mil alumnos pertenecen a establecimientos fiscales.

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Según Lindao, la mayoría de estudiantes del régimen Costa no cuentan con internet en sus casas, tampoco tienen computadoras. “¿Cómo esos niños van a recibir clases virtuales si no tienen esos recursos tecnológicos?”, preguntó el educador, al reiterar la necesidad de que las autoridades educativas inviertan en conectividad y en laptops o computadoras para que las entreguen a quienes lo necesitan.

Luis Chancay, expresidente de la Unión Nacional de Educadores y docente de la escuela fiscal Pedro Carbo, también cree que se debe invertir en equipamiento tecnológico y dejar a un lado, por estos meses, la contratación de la alimentación escolar, que siempre llega con retraso a los planteles.

Cuenta que el lote que debía llegar en diciembre pasado recién fue entregado cuando los niños habían salido de vacaciones. “Todos esos cartones con los productos quedaron en la bodega de la escuela; pero hay planteles que no tienen un lugar para guardarlos y los dejaron en algún aula”, reveló.

En la última década, el Programa de Alimentación Escolar registró varios cambios. Pasó de ofrecer colada a néctar de frutas y leche de sabores, y de granola en hojuelas a barras energéticas.

El mayor cambio fue dejar el almuerzo por la colación. Del 2007 al 2009 se entregaban alimentos crudos para su preparación en ciertas zonas. Arroz, aceite, sal, atún, fréjol, sardina y haba seca que llegaban a planteles de Costa y Sierra.

La entrega de productos cubre 200 días laborables que comprende el calendario escolar.