Claudia Tobar Cordovez: El poder de los límites

Aprender a comunicar límites es clave para el respeto propio y relaciones sanas, aunque cueste y desafíe lo aprendido
¿Permitiríamos que alguien nos insulte, nos haga sentir menos o nos desprecie? La respuesta instintiva es un rotundo ‘no’. Sin embargo, en la vida cotidiana nos cuesta comunicar nuestros límites y exigir respeto.
Sorprendentemente, quienes más nos lastiman suelen ser las personas más cercanas: familiares, amigos o colegas. Justificamos sus comportamientos diciendo: “no lo hace con mala intención”, “es solo su mal genio” o, en el trabajo, “así es esta industria” o “el jefe trata a todos igual”. Estas excusas normalizan el maltrato y nos acostumbran a tolerar relaciones que cruzan los límites del respeto.
¿Por qué nos cuesta tanto establecer límites? El miedo a la reacción del otro, a quedar mal o a generar conflicto nos lleva a priorizar las necesidades ajenas sobre las nuestras. Esperamos, ingenuamente, que la otra persona adivine que su comportamiento nos daña.
La realidad es que, sin una comunicación asertiva, nuestras necesidades y límites no serán respetados. Esta habilidad, parte esencial de la inteligencia emocional, es un superpoder que nos distingue de las máquinas y es clave para construir relaciones sanas. Enseñar a los niños estas destrezas desde temprana edad es fundamental para que, como adultos, no sufran al defender su dignidad.
A las mujeres, en particular, nos resulta más difícil expresar inconformidades. Nuestra cultura aún premia a la mujer que ‘no molesta’, que es complaciente y se adapta a entornos difíciles. Para cumplir con ese rol, muchas veces dejamos pasar actitudes que nos hieren, hasta que el maltrato se convierte en parte de nuestra realidad.
Pero la buena noticia es que nunca es tarde para aprender a comunicar límites. Con un poco de valentía, podemos ponernos en primer lugar y transformar nuestras relaciones.
La calidad de estas conexiones define nuestra felicidad, por lo que debemos identificar cuáles nos suman y cuáles, sin duda, nos restan.