Cartas de lectores: Cuando la afinidad ideológica obnubila
Si se anteponen las emociones a las razones, se evidencia un desequilibrio emocional
Cuando una persona ejerce el poder democrático debe mostrar su equilibrio emocional, lo que refleja la dignidad del poder. Si se anteponen las emociones a las razones, se evidencia un desequilibrio emocional, lo cual es inapropiado para un mandatario. La visión, tanto física como mental, debe ser clara y sin nublarse.
Hemos visto con pesar que mandatarios de otros países, como Colombia y México, han permitido que sus afinidades ideológicas se antepongan a los análisis razonados. En cuanto al mandatario venezolano, no vale la pena mencionarlo: una persona que nunca mostró las actas para confirmar los resultados electorales, que dice hablar con pajaritos y cree en cinco puntos cardinales, no puede expresar sus opiniones equilibradamente.
Quienes lo apoyan no merecen la confianza del voto popular. También enfrentamos manifestaciones irracionales internas: personas que insultan y descalifican a quienes votaron de manera distinta. La democracia permite discrepar, pero sin recurrir a insultos ni descalificaciones, como lo hacen exmandatarios ecuatorianos o asambleístas electos.
En esencia, la democracia no solo es para votar, sino para aceptar derrotas, discrepar con altura, hacer campañas educadas y demostrar cultura e intelecto. Quienes recurren a artimañas bajas no son demócratas. Un mandatario debe mantener equilibrio, mostrar tolerancia y escuchar imparcialmente ambas partes para emitir un criterio, sin caer en ideologías parciales que afecten las relaciones bilaterales, como hace el señor Maduro.