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En Samanes, varias vías vehiculares están cerradas al libre tránsito por el tema de seguridad.CHRISTIAN VASCONEZ

Menos calles por más seguridad

La ola delictiva que se vive en Guayaquil no deja opciones que la de encerrarse, pero traba a la libre circulación

Colocar rejas en peatonales o calles secundarias ya no solo es una opción en muchos sectores de la ciudad. Cercados por la delincuencia, los habitantes de ciudadelas como Samanes, Sauces, Alborada, Garzota, Guayacanes, Mucho Lote 1, La Floresta, Coviem, Las Acacias, Los Esteros, Bellavista Este, Ferroviaria, y una larga lista que corre de norte a sur de Guayaquil, decidieron encerrarse con la esperanza de vivir con un poco de seguridad en sus hogares. Pero esas medidas, de la que solo basta el consentimiento entre vecinos y una inversión económica, están dejando a la Perla del Pacífico con menos vías secundarias para transitar libremente, ya sea a pie o en vehículo.

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Son dos derechos que se contraponen en medio de una violencia criminal que vive la ciudad; y, el país en general, que nuevamente se encuentra en un estado de excepción y toque de queda, que rige desde el pasado 2 de abril.

Si bien, el artículo 393 de la Constitución de la República manifiesta que el Estado garantizará la seguridad humana a través de políticas y acciones integradas para asegurar la convivencia pacífica de las personas, promover una cultura de paz y prevenir las formas de violencia y discriminación y la comisión de infracciones y delitos;dentro de los derechos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se reconoce el derecho a la libre circulación y al Buen Vivir, ambos normados por la Carta Magna.

“... es competencia absoluta del Gobierno Central en garantizar la seguridad y la paz nacional, pero a rajatabla no se cumple con ese derecho al Buen Vivir... hoy en día la delincuencia se ha disparado al mil por ciento con sicariatos cada hora, bombas en escuelas, colegios, hospitales y muchas cosas que no se veían en el país”, expone el abogado Santiago Sánchez, al colegir que por esa razón muchos sectores de la ciudad han optado por cerrar sus calles    para cuidarse de la delincuencia y el crimen organizado.

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Muchas de las vías cerradas colindan con avenidas donde transitan buses urbanos.CHRISTIAN VASCONEZ

Sin embargo, al hacer prevalecer sus derechos, añade, indirectamente están violentando el derecho del resto de la ciudadanía a la libre circulación que tenemos todos los ecuatorianos, sin restricciones dentro del territorio nacional. “Y, de manera secundaria incurren en una infracción que, si bien no es un delito, sino un tema contravencional que tiene que ver específicamente el Municipio o un juez de contravenciones, por cuanto están tomando medidas drásticas en colocar vallas, rejas que prohíben la circulación de los ecuatorianos a determinados lugares. Ellos cuidan los derechos a la seguridad de su familia, pero también se violenta el derecho de otros”, explica el jurista.

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Desde 2012, en Las Acacias, por ejemplo, en el sur de la urbe, los moradores comenzaron a colocar rejas a sus peatonales para evitar que personas desconocidas merodeen por sus casas y, particularmente para no ser víctimas de asaltos.

Esa decisión se replicó en otras ciudadelas consideradas abiertas, en su mayoría del norte de la ciudad que, con el pasar del tiempo y ante la necesidad de protegerse de la delincuencia común tomaron esa medida.

En Samanes 1, por ejemplo, todas sus calles están con rejas, hasta avenidas como la José Martínez Queirolo, donde, si bien mantienen las puertas abiertas en el día, no se observa guardianía privada, por lo que en la noche se cierra. Eso incluso ha provocado roces entre los vecinos que están a favor y en contra de la medida. “Si una línea de transporte me deja cerca de mi domicilio debo de resguardarme utilizando vías rápidas y de fácil acceso, pero todo cerrado, ya ni los taxis quieren venir, solo si se les paga algo extra”, dice Patricia Macías, quien no está a favor de las rejas.

La situación llevó en octubre de 2022 a Hugo Cisneros, otro vecino, a presentar una denuncia ante el Municipio, al que este Diario consultó para saber cuántos sectores están con rejas y cuántas calles peatonales, secundarias y hasta principales están en esas condiciones. Hasta el cierre de esta edición, no llegaron respuestas.

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Pero Cisneros asegura que la Comisaría Primera Municipal ya le ha dado la razón para retirar las seis puertas que han colocado en Samanes 1, pero falta una última instancia. “Todos sabemos cómo está el país. Los expertos recomiendan tomar vías alternas, pero acá están cerrando vías hasta principales”, manifiesta el morador.

Un vecino que tiene a su cargo una entrada de Samanes 4, donde cuentan con guardias las 24 horas en todas sus puertas, considera que quienes se oponen a las rejas es porque no quieren pagar. Afirma que la medida los ha ayudado a bajar el índice de robos, especialmente a vehículos. “Hay tranquilidad, paz”, sostiene, al garantizar que si hay una emergencia las puertas se abren inmediatamente.

El Municipio ha autorizado la colocación de las rejas con la condición de mantener las puertas abiertas durante el día, lo que no ocurre en muchos de los sectores visitados en un recorrido realizado por este Diario y que no cuentan tampoco con guardianía, lo que dificulta en ocasiones el libre acceso hasta de organismos de socorro.

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“Depende del sector y la comunicación previa, porque llegamos a un sitio y no sabemos qué lugar está con rejas. Todo eso nos llega a complicar la labor del Cuerpo de Bomberos”, señala el mayor Rubén Mejía, jefe de la Cuarta Brigada del CBG. Por ello, cuando reciben    la llamada y los despachan al sitio del incidente, lo primero que hacen es tomar precauciones con la Policía. “La ciudadanía debe ponerse en alerta, estar comunicados constantemente para realizar nuestra labor inmediatamente”, recomienda el oficial.

calles enrejadas, afectados
Quienes hacen entregas bajo pedido dicen encontrar muchas trabas con las rejas. Si no entregan se devuelve la tarjeta, lo que genera menos ganancia.CHRISTIAN VASCONEZ

Y esa traba la encontró Fausto, quien prefirió que lo identifiquen así, cuando acudió con un pedido a la etapa 9 de la Alborada y no le respondían para entregar lo solicitado mediante aplicación. Las puertas que daban paso a la calle donde iba con el pedido se abrían automáticamente y solo la podía abrir quien pidió la compra.

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“Esto se ha salido de control, en la novena etapa están las calles peatonales y vehiculares cerradas. La pregunta es: ¿quién dio permiso? ¿Dónde queda el derecho de la ciudadanía a caminar libremente? Todo mundo pone rejas. Si me quiero ir a la quinta etapa tengo que darme toda una vuelta”, comenta el morador Jorge Castillo, cuyo garaje ha quedado enrejado. No cuenta con acceso porque se opone a esa medida. Su puerta de salida da a la vía principal.

Maggie Espín cuenta que por la delincuencia, en la Alborada se han colocado más portones. “Es molestoso las rejas, pero a la larga ayudan para evitar que ingresen delincuentes”, considera. Y con el mismo panorama se ha encontrado Jenny Ternoz cuando acude a Sauces 6. “Han colocado rejas en todas las peatonales y toca coger la principal porque todo está enrejado. Es molestoso para cuando queremos movilizarnos rápido, pero ¿qué podemos hacer?”, dice resignada, pues “es una cosa contra otra”, se responde al vaticinar que se van a seguir cerrando calles en otros sectores “porque la inseguridad está terrible, ¡terrible!”, repite.

El detalleRiesgos
En la mayoría de las ciudadelas cerradas no cuentan con un plan de emergencia, en caso de que ocurra, ya que las puertas están cerradas, especialmente en las noches.