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Ocio. Un grupo de jóvenes se baña en el Salado bajo el puente de la calle 17, en el suroeste guayaquileño.Miguel Canales

Apuntar a recuperar el estero Salado, el gran reto en Guayaquil

Este espacio natural ha sido olvidado por las autoridades desde hace varios lustros. Que resurja depende también del sector privado y la comunidad

Entre risas y chapuzones, un grupo de jóvenes se divertía sobre el puente de la calle 17, en el oeste porteño, la tarde del miércoles. Mientras bromeaban, se zambullían en el estero Salado. Salían empapados del agua y volvían a lanzarse sosteniéndose desde las barandas del viaducto, que conecta esa vía con la avenida José María Velasco Ibarra.

El estero Salado es uno de los espacios naturales más importantes que tiene Guayaquil. Pero hoy está olvidado por las autoridades locales y nacionales.

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Sus brazos lucen contaminados, por lo que emana malos olores que afectan a ciudadanos en diversos barrios en el suburbio, así como en Urdesa, Bellavista, Urdenor o la Kennedy.

Salvo escasísimas áreas, como en la mencionada 17 o la calle Portete, donde a diario se bañan niños y jóvenes, este espacio perdió el encanto que tenía a mediados del siglo pasado.

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Alberto Martínez, de 78 años, rememora cuando en su niñez acudía con sus abuelos al American Park, sitio de ocio donde hoy está situada la plaza Rodolfo Baquerizo Moreno, junto al Malecón del Salado.

Antes nos bañábamos en el estero que estaba limpio, iban las familias para pasar los fines de semana. El estero era el centro de diversión en el American Park en los 50”, sostuvo.

Si bien actualmente se siguen desarrollando tareas de recolección de basura en diferentes ramales del estero, no existe un proyecto enfocado en el rescate de este espacio que sirve como oxígeno para la urbe porteña.

Cuando la arquitecta mexicana Lourdes Aburto llegó a Guayaquil por primera vez hace 17 años, se sorprendió de ver que la ciudad estaba rodeada por agua.

“Me sorprendió ver tanta agua que comencé a investigar. Y encontré que Guayaquil es un golfo pero además es un biotopo, que es un lugar al que le entra agua salada, agua dulce pero que está dentro de un golfo y que lo hace ser único en el mundo”, manifestó la arquitecta.

Explicó que Guayaquil “debe mirarse desde otra perspectiva” respecto a sus paisajes. Primero, hay que rescatar el ecosistema.

“Es increíble que en menos de 10, 15 años destruyan cosas que son tan significativas. Para poder recuperar y valorar los esteros, y la zona de manglares de Guayaquil urge primero clasificarlos y darle su valor histórico, que es un paisaje natural, pero que es un patrimonio intangible”, manifestó Aburto.

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Basura. Desechos plásticos se evidencian en el manglar a diario. No bastan los trabajos de recolección.Miguel Canales

Para apuntar al estero hacia un polo turístico, puso como ejemplo los canales de Xochimilco, en Ciudad de México, espacio donde los turistas navegan en vistosas góndolas. Dijo que es prioritario un plan estratégico que incluya normativas y el compromiso de las autoridades para potenciar este espacio natural porteño.

No solo visto desde un tema histórico, romántico, sino turístico y económico para que se le dé su factibilidad”, sostuvo.

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Con ella coincidió Bruno Yánez, de la fundación Bioelit. Un proyecto para rescatar al Salado debe incluir a las autoridades locales, nacionales, a la academia, comunidad y el sector privado.

La descarga de aguas industriales es uno de los mayores problemas que enfrenta el estero desde hace varios años. “La contaminación es por plomo, por cadmio, por arsénico, que son los que tienen parámetros más altos o sobrepasan la normativa”, manifestó.

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Agregó que, teniendo identificadas a las empresas, las autoridades deben modificar normativas, o simplemente hacerlas respetar, para establecer parámetros sobre las descargas.

¿Qué deben de hacer esas empresas? Tratar sus aguas residuales y mandarlas lo más limpio posible al estero, pero que eso sea controlado”, dijo.

También, en los ramales del sur, Yánez indicó que se han identificado niveles elevados de coliformes fecales. Los controles de las autoridades y la conciencia ambiental de la comunidad, a su criterio, deben ser un punto de partida para el rescate.

Si se hace un proyecto serio, integral, que cumpla con normativas para rescatar al estero, podríamos tener resultados en 10 años.

Bruno Yánez, biólogo

“Recuperar estos espacios naturales es vital, sirve para evitar las inundaciones. Guayaquil está protegido por los ramales de los manglares, es una barrera natural que tiene”, sentenció.

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Fauna. El estero alberga decenas de especies de aves en sus ramales.Miguel Canales

Para Luis Albán, docente de Turismo de la Universidad Católica de Guayaquil, en el Salado se puede potenciar el aviturismo y la navegación para observar el manglar. Y se pueden desarrollar productos que integren la zona urbana con el espacio natural, sin afectar la flora y la fauna.

“Con Guayarte diseñaron un producto que afectó el trabajo que se venía haciendo. Si estoy tratando de conservar el manglar, a las aves, no voy a meter una plaza de comidas. O si lo hago, planifico cómo voy a mitigar la contaminación. Pero eso no pasó”, pensó.

Hay ramales del estero (Urdesa) que podrían ser navegables para la observación del manglar, para el aviturismo.

Luis Albán, docente de Turismo de la Universidad Católica de Guayaquil

Para la ambientalista Karina Molina, es vital que en este ecosistema se apliquen técnicas de oxigenación además, pero que a la par se ponga en práctica un proyecto integral de desechos, control y sanciones a descargas de origen doméstico, industrial y de aguas servidas y lluvias; y se reubique a las familias que, por décadas, permanecen asentadas en las orillas del Salado.

“Con estas medidas podríamos ir rescatando el espacio, que es nuestra identidad y legado. Si no actuamos, este legado se va a perder. Estamos ya contra el tiempo. Urge que la comunidad y, sobre todo, las autoridades no sean más indiferentes a lo que pasa: a ver cómo el estero se va secando”, sentenció.

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