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Entrega de juguetes a niños trabajadores.Blanca Moncada / EXPRESO

Un agasajo a los niños de la acera

Decenas de niños recibieron juguetes de parte de los vecinos de la 20 y Camilo Destruge.

La Nueve de Octubre suele lucir solitaria caída la noche y pasadas las 22:30. A esa hora pocos son los locales comerciales abiertos y muchos menos, los peatones; pero ese día del 23 de diciembre fue diferente. Eran casi las 23:00 y había niños, risas y juguetes en la acera diagonal a la calle Tungurahua.

No se trató de menores que paseaban por las fiestas de la víspera de Nochebuena. Antes de estacionarse en ese lugar, apenas vieron a los tres autos y una moto llegar y llamarlos, algunos cargaban en pequeñas cajitas de chicles, otros fundas de caramelos mentolados y otros, chupetes que intentaban vender, desesperados, a los escasos transeúntes de esa hora.

De los tres autos bajaron alrededor de doce personas, hombres y mujeres, adultos todos. Cargaban bebidas, sánduches y juguetes. Una de ellas, Cynthia Haro, formó a los niños trabajadores y los sentó en el bordillo de la acera.

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Solidaridad en el centro de Guayaquil.Cortesía.

Haro pertenece al grupo de vecinos de la 20 y Camilo Destruge, al suroeste de Guayaquil, que los diciembres de cada año se organizan para recorrer las principales calles de la urbe y llevar un aperitivo y un juguete a los niños que trabajan o piden caridad en supervisión de sus padres, que según cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social, el año pasado alcanzaron los más de 200 mil en todo el país.

A medida de que se repartieron los juguetes y el aperitivo, aparecieron de calles aledañas los padres o representantes de los menores, a supervisar la jornada solidaria.

Los vecinos de la Camilo Destruge están acostumbrados a este escenario. Para organizar el agasajo, hicieron un estudio de la zona por semanas enteras. Los encargados de esa tarea fueron Gabriel Márquez y Víctor Haro, quienes son taxistas y conocen “todos los lados de Guayaquil donde hay niños trabajando”, contó Márquez.

Fueron 200 juguetes los recopilados en el barrio. Participaron varias familias de este gesto, recordó esa noche Cynthia Haro.

Todos los obsequios fueron entregados a los menores esa noche, en un recorrido que duró al menos seis horas y que abordó puntos como Bellavista, al norte; malecón Simón Bolívar, en el centro; el hospital del Niño Abel Gilbert, también en el centro, entre otros.