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El grupo de amputados ucranianos entrena a diario por 35 minutos y ya empezó a recibir a integrantes de otras partes del país.
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Pokrova, esperanza en tiempos de guerra

Un grupo de soldados ucranianos amputados juegan al fútbol para superar el trauma que les dejó el conflicto armado

Hace frío y llueve en Leópolis, un poblado de Ucrania, ubicado a 70 km de la frontera con Polonia, cuando una docena de hombres entran a un campo de fútbol al aire libre del centro deportivo local Bosco, dirigido por la congregación religiosa salesiana de la Iglesia greco-católica ucraniana. A primera vista podría parecer que no es el mejor clima para empezar una práctica, pero ellos lo hacen. La sorpresa es que se trata de jugadores a los que les falta una extremidad.

Llevan por nombre Pokrova, un equipo de reciente creación y conformado por soldados amputados. Es el primero en Ucrania que está dirigido a ayudarlos a superar su trauma y volver a la vida activa, dando ejemplo a otras miles de víctimas de la invasión rusa que se encuentran en rehabilitación.

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“Vamos a jugar sin importar el clima. No hay nada que pueda detener a estos muchachos”, afirma tajante y convencido Bohdan Melnyk, el entrenador.

Tiene razón. La tensión inicial da paso a risas y gritos de aliento, cuando los jugadores terminan su calentamiento y comienzan a jugar con la pelota.

Algunos ya jugaron al fútbol durante años antes de sufrir las heridas, pero todo se siente diferente ahora que solo pueden usar la pierna que les queda.

Sin embargo, los avances que han logrado en estas pocas semanas son sorprendentes, dice Melnyk.

“Creo firmemente que el deporte es la mejor manera de devolverles a la vida activa”, manifiesta.

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La mayoría de los jugadores se están recuperando de las heridas que sufrieron hace apenas unos meses. “En este tiempo suelen pensar en cómo encontrar una prótesis, cómo quitarse el dolor y lidiar con la burocracia”, explica.

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9.000 civiles y cientos de miles de soldados ucranianos han muerto, mientras que más de 7,2 millones han abandonado el país.
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El principal desafío es llevar a un soldado herido al entrenamiento. “Después de esto seguramente se quedará con nosotros”, sonríe Melnyk.

“Mientras entrenan no piensan en el dolor, en las piernas o en los brazos, solo piensan en cómo hacer un pase, o marcar un gol”, explica el DT.

Aunque al lugar llegan personas con diferentes habilidades iniciales, su carácter y ganas de vivir hace que los resultados también sean cada vez más importantes para ellos.

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Markian Trach, un joven de 31 años, señala que no deja de correr para recuperar el balón durante un partido de entrenamiento de 35 minutos.

“Cada vez que veo una pelota, quiero jugar. El hecho de que no tenga una pierna no cambia en nada mi condición. Nada puede sustituir esta adrenalina”, precisa tras el partido.

Trach, un trabajador de la construcción en la vida civil, fue reclutado por el ejército poco después del inicio de la invasión rusa a gran escala. Perdió su pierna hace varios meses en la región de Donetsk, después de que un dron le arrojara una granada. Dado que otro soldado de su grupo de cinco recibió una herida aún más grave, Trach no pudo ser evacuado y tuvo que salir solo del peligro.

Durante tres horas tuvo que arrastrarse bajo continuos bombardeos, recorriendo una distancia de 400 metros.

“No pensé que saldría de esto con vida. Probablemente alguien de arriba quería que yo sobreviviera y estuviera aquí, para poder hacer algo bueno y dar ejemplo”, dice.

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Y es que sigue sonriendo mientras habla. “Es importante seguir luchando y nunca rendirse. Sonreír y mantener una actitud positiva”.

“Todos son muy abiertos”, dice Melnyk, quien señala que con su propio ejemplo van a motivar a otros soldados que ni siquiera se dan cuenta de que podrían hacer algo como esto.

“Leópolis se ha convertido en un importante centro de rehabilitación. Los muchachos de toda Ucrania pueden tener esta experiencia aquí y luego formar sus propios equipos cuando regresen a sus hogares en otras regiones”, explica.

Es muy importante apoyar a los muchachos con este tipo de lesiones y no dejarlos solos, subraya Trach. A todo el mundo le gusta algo y tiene que seguir intentándolo hasta encontrar aquello que le impida caer en la desesperación.

“Hemos encontrado lo nuestro. Ahora queremos jugar y competir con otros”, subraya.

En las gráficas, ellos no se dejan ver al rostro. No porque se avergüencen sino por la seguridad que deben tener en tiempos de guerra. Saben que son inspiración para muchos no solo ucranianos, sino para los países que viven en guerra. La realidad al día de hoy no cambia, pero ellos con su actuar anhelan estar haciendo algún tipo de cambio significativo en estos tiempos de crisis.

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