Premium

Poleth-Méndez-Anaís-Méndez-Juegos-Paralímpicos-Tokio
Eliana Méndez, hermana de las medallistas paralímpicas, muestra cómo entrenaban cuando se iniciaban en el lanzamiento de bala.HENRY LAPO / EXTRA

Un inicio desde las piedras hasta conseguir las medallas

Poleth Mendes y Anaís Méndez iniciaron lanzando rocas y pelotas, en un terreno frente a su casa, antes de las balas que las llevaron a la gloria deportiva

Los deportistas con esfuerzo y sacrificio buscan el camino a la gloria. Una muestra es la historia de Poleth Mendes y Anaís Méndez, las primeras medallistas paralímpicas del país, quienes lograron preseas de oro y bronce, respectivamente, en los Juegos que se celebran en Tokio.

Danilo-Carrera

Danilo Carrera busca mejorar las condiciones entre federaciones

Leer más

En sus inicios en el lanzamiento de bala, las tricolores entrenaban en un terreno irregular, frente a su casa, buscando que pesadas piedras lleguen lo más lejos posible. Con el pie dibujaban en la tierra un círculo que les servía de límite para cumplir con el lanzamiento, en medio del fuerte sol de su natal Tumbatú, en el Carchi.

“Nos tocaba buscar los medios para entrenar”, contó Eliana Méndez, hermana mayor de las tricolores, quien practicaba velocidad y lanzamiento de jabalina.

Con tristeza recordó que los entrenadores se decepcionaban por la falta de apoyo e implementos, pero que todo cambió con David Bernardo, “quien con pasión y paciencia hizo que mis hermanas progresen”, aseveró.

Consiguieron pelotas de colores con varios pesos y lograron acceder a la cancha del pueblo, y con los diferentes triunfos ya contaron con los elementos necesarios para su preparación en diferentes escenarios del Carchi.

“Ver hasta donde han llegado Poleth y Anaís es un orgullo. Por la motivación, dedicación y esfuerzo que siempre han puesto, estaba segura de que conseguirían las medallas”, añadió emocionada la hermana mayor de las deportistas.

María del Carmen Sánchez fue la motivadora para que Poleth y Anaís practiquen deporte desde que estaban en la escuela. Al regresar de estudiar, almorzaban y tomaban una siesta. Si la pereza les ganaba para ir a los entrenamientos, “les lanzaba agua para que se despierten”, cuenta entre risas la mujer, de 47 años, quien está más que orgullosa de sus hijas.

Ahora espera que pasen rápido las horas para abrazar y besar a Poleth y Anaís, que tienen previsto arribar a Quito el viernes 3 de septiembre en la noche, luego de sus brillantes presentaciones en la capital nipona.

El sábado 4 será la fiesta en Tumbatú por sus ‘hijas pródigas’, que son un ejemplo de superación y de lucha para los pobladores de esta localidad, que se dedican a la cosecha de aguacate, mango y caña de azúcar.