Gareth Bale Gales
El delantero galés anotó uno de los tantos de la victoria (2-0) ante Turquía y comandó como capitán a la plantilla.EFE

Bale y Gales, un matrimonio perfecto

El jugador del Tottenham volvió a ser figura en la victoria de su selección (2-0) ante Turquía que los deja cerca de octavos de final de la Eurocopa

Ha vuelto a quedar demostrado. Gareth Bale es otro con la selección de Gales. Este miércoles 16 de junio, en el estadio Olímpico de Bakú, pese a fallar un penalti, volvió a ser ese futbolista de nivel 'top' mundial, tras convertirse en la figura del 0-2 ante Turquía que deja al equipo de su país virtualmente en los octavos de final de la Eurocopa.

Bale, con la compañía perpetua de Aaron Ramsey, habían avisado dos veces. El delantero del Tottenham Hotspur F. C., cedido por el Real Madrid, miró al área desde los tres cuartos y Ramsey entró en solitario desde segunda línea. En la primera (m.6), el meta Ugurcan Çakir salvó el tiro del jugador del Juventus, que en la segunda (m.24) lanzó demasiado elevado cuando estaba completamente solo.

Pero a la tercera no falló. Turquía, que parecía haber despertado con el paso de los minutos, increíblemente no había aprendido la lección. Volvió a dejar solo a Bale para controlar, mirar y centrar al área, y permitió que Ramsey entrara por una autopista para bajar el balón con el pecho y cruzarlo a la red.

Bale se consagró como el faro de los 'dragones rojos'. No solo que llevó el brazalete de capitán, sino que lo honró. Asumió la jerarquía dentro y fuera del campo. Ante Turquía decantó con dos asistencias la victoria galesa sobre Turquía y luego, al acabar el partido, rodeado de toda la expedición, protagonizó sobre el césped una arenga espectacular.

Un discurso breve, a pleno grito. Se le salía el corazón por la boca. Sus compañeros, enardecidos, le correspondieron. Su implicación, la que siempre se le ha acusado que le ha faltado en el Real Madrid, rezuma por cada poro de su cuerpo.

En la pasada Eurocopa condujo a Gales hasta la semifinal. En la presente, no estuvo excesivamente afortunado en el estreno contra Suiza. Y aunque en la víspera del partido ante Turquía dijo que lo importante no era la actuación individual, sino la del grupo, lo cierto es que reivindicó su figura.

Su sociedad con otro de los referentes del cuadro galés, Ramsey, resultó letal. Entre ambos hicieron casi lo que quisieron ante la pasividad de la zaga otomana.

Y ni siquiera fallar un penalti provocado por él mismo le hizo venirse abajo. Enrabietado, justo después fue a buscar un balón imposible en poder del portero turco y casi consigue marcar al taponar su despeje.