
Curas DJ, monjas virales y templos virtuales: la fe entra con fuerza al mundo digital
Iglesias ensayan formas inesperadas de predicar en la era del scroll infinito. ¿Reinvención de la fe o marketing espiritual?
En la pantalla, el avatar de un adolescente entra a una iglesia con vitrales, bancos y crucifijo, pero nada está en el barrio ni en la ciudad: todo ocurre en Roblox. A miles de kilómetros, en una catedral europea, un sacerdote con audífonos levanta las manos mientras suena música electrónica y una multitud de jóvenes baila bajo luces de neón.
Escenas que parecen meme son, en realidad, parte del nuevo laboratorio donde la religión intenta no perder fieles: videojuegos, metaverso, redes sociales y conciertos masivos.
Del templo al avatar: la misa entra a Roblox y Minecraft
En junio de 2024, el medio tecnológico Rest of World documentó el caso de 'Roblox Filipino Catholics', una comunidad que replica templos católicos, misas y fiestas patronales dentro de la plataforma de videojuegos. Jóvenes, en su mayoría hombres filipinos, construyen iglesias virtuales, organizan procesiones y celebraciones litúrgicas con avatares. Aunque no son espacios oficiales de la Iglesia, varios participantes dicen que esa experiencia les ayuda a profundizar su fe y a sentirse parte de una comunidad.
Roblox no es el único escenario. En Minecraft, proyectos como 'Minecraft Church' organizan encuentros semanales: los jugadores se conectan a un 'mini-mundo' que está abierto 24/7, pero el domingo se suman a un Zoom para escuchar la reflexión del día y conversar, mezclando mundo virtual y vida real.
Incluso han surgido iglesias “nativas del metaverso”, como VR MMO Church, una comunidad cristiana que celebra cultos en entornos de realidad virtual masiva. Su propuesta es clara: si la gente trabaja, socializa y juega en mundos inmersivos, también puede rezar ahí.
Teólogos católicos ya hablan de un posible 'metaverso católico'. Un artículo de Catholic Outlook analizaba desde 2021 cómo plataformas tipo Roblox, Minecraft o Fortnite prefiguran un futuro donde la experiencia religiosa también se dará mediante avatares y espacios 3D, con el desafío de mantener identidad y doctrina en entornos anónimos y líquidos.
Raves, guitarras eléctricas y rock con sotana
La reinvención no se queda en lo digital: también se siente en la liturgia y en el lenguaje musical.
El sacerdote DJ Guilherme convirtió -este mes- la explanada frente a la Catedral de Santa Isabel, en Košice (Eslovaquia), en una sorprendente rave católica durante la celebración por los 75 años del arzobispo Bernard Bober. Entre luces láser, beats electrónicos y una multitud de jóvenes bailando, la espiritualidad adoptó por una noche el pulso de una fiesta masiva.
El momento culminante llegó cuando, en una pantalla gigante, apareció un mensaje del papa León XIV dirigido a los asistentes. Tras la bendición, el DJ lanzó su reconocido remix Dear Young People, encendiendo aún más al público y desatando aplausos, gritos y teléfonos levantados para grabar la escena.
En Houston, Estados Unidos, seis sacerdotes católicos llenaron un gran auditorio con un concierto que mezcló rock, rap y country. La banda, liderada por el joven sacerdote David Michael Moses, convocó a cerca de 4.000 personas y convirtió la música en herramienta pastoral y de recaudación para una causa provida.
El mismo padre Moses acumula más de un millón de seguidores en redes sociales, donde alterna videos humorísticos sobre la vida de un sacerdote con explicaciones sencillas de temas doctrinales. Su salto del altar al escenario y luego a TikTok refleja una estrategia clara: estar donde está la audiencia, incluso si eso implica aprender a bailar frente a la cámara.
Influencers de hábito y sotana: “misioneros digitales”
La apuesta por el mundo digital ya es política oficial en el Vaticano. En julio de 2025, más de mil influencers católicos —sacerdotes, religiosas y laicos— fueron convocados a Roma para reflexionar sobre el papel de las redes sociales en la evangelización. La idea, según reportes de France 24 y otros medios, es formar una nueva generación de 'misioneros digitales' que lleven el mensaje de la Iglesia a timelines donde abundan memes, teorías conspirativas y discursos de odio.
Entre esos perfiles destacan los llamados 'hot priests': curas jóvenes, activos en Instagram y TikTok, que combinan fotos cuidadosamente producidas, rutinas de ejercicio y reflexiones espirituales. Un reportaje reciente detalla casos como el de un sacerdote italiano que comparte contenido fitness y religioso con decenas de miles de seguidores, otro que promueve la adopción de animales junto al Evangelio, y un tercero que mezcla poesía, guitarra e imágenes de estilo casi publicitario para hablar de Dios. Todo esto en un contexto de caída de asistencia a misa, especialmente entre jóvenes.
La creatividad no se limita a los sacerdotes. Dos monjas brasileñas se volvieron virales tras una presentación de beatbox y baile en un programa de televisión católica en su país. Su actuación espontánea, pensada como una forma de acercarse a jóvenes con problemas de adicciones, desbordó las pantallas del canal y terminó expandiéndose por redes sociales de todo el mundo. Después del episodio, una de ellas superó las 100.000 personas siguiendo su cuenta.
En conjunto, estas experiencias muestran cómo las instituciones religiosas aprovechan los códigos del entretenimiento: edición rápida, humor, cuerpos carismáticos y música pegajosa, pero con un propósito explícito de transmitir doctrina y atraer vocaciones.
Fe en tiempos de algoritmo: ¿adaptación necesaria o religión-espectáculo?
La expansión de la religión a metaversos, videojuegos y redes no ha pasado desapercibida para la academia. Una revisión publicada en 2024 sobre religión en entornos digitales y realidad virtual concluye que estas prácticas pueden mejorar el sentimiento de pertenencia y bienestar de quienes, por distancia, salud o contexto social, no pueden acudir a templos físicos. Al mismo tiempo, advierte sobre riesgos de aislamiento, consumo pasivo y colonización de la experiencia espiritual por lógicas comerciales de las plataformas.
Para muchas iglesias, la apuesta digital es una respuesta defensiva: frente a una generación que se informa en TikTok antes que en un púlpito, la tentación es parecerse al resto del contenido para no quedarse fuera del radar.
La pregunta de fondo, para creyentes y críticos, es hasta qué punto estos formatos transforman también el mensaje. ¿Puede una homilía comprimida en 30 segundos competir con videos virales sin perder profundidad? ¿Un rave en catedral ayuda a derribar prejuicios o corre el riesgo de convertir la liturgia en simple espectáculo? ¿Qué pasa con las comunidades sin acceso a tecnología, que quedan fuera de esta ola de innovación?
¿Reinvención o estrategia de supervivencia?
En un planeta fatigado de instituciones, la religión enfrenta un doble desafío: seguir siendo significativa en la vida de las personas y, al mismo tiempo, no diluirse en el ruido digital. Las misas en Roblox, las iglesias en Minecraft, los conciertos de sacerdotes rockeros y las monjas beatboxers pueden verse como síntomas de una misma tensión: adaptar la forma sin perder el fondo.
Para algunos, estas prácticas son el equivalente contemporáneo de lo que en otras épocas fueron las procesiones, los teatros parroquiales o la radio católica: usar los medios del momento para mantener viva una tradición. Para otros, son una señal de que la religión entra en la lógica del 'like', compitiendo en el mismo terreno que las marcas, los influencers y las teorías conspirativas.
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