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Psicología
Trabaje en establecer límites sanos. No se sienta mal por decir no a aquello que no le hace bien o no es su responsabilidad.shutterstock

¡Sea usted su prioridad!

Aunque crea que satisfacer al otro a costa de su bienestar es un acto de amor, en realidad muestra baja autoestima, miedo al rechazo y abandono.

Hay personas que por diversos motivos enfocan su felicidad en las relaciones personales que construyen porque quieren ser aceptados y valorados cueste lo que cueste. Por ejemplo, existen padres abnegados que trabajan exhaustivas jornadas para que sus hijos adultos tengan todo lo que desean, aunque ya estén en edad de conseguirlo por sí mismos; madres que asumen la responsabilidad integral del hogar, sacrificando sus propios espacios, en lugar de compartir los quehaceres con los miembros de la familia; jóvenes inseguros que permiten sean sus parejas quienes tomen las decisiones en la relación, por miedo a que dejen de amarlos o los abandonen.

La niñez, etapa fundamental

Pero… ¿por qué ocurre esto? Aunque cada caso debe ser evaluado de forma particular, la psicóloga clínica Cristina Hidalgo Santos explica que, de forma general, las relaciones familiares en la infancia son el primer ambiente en el cual las personas pueden llegar a desarrollar esta conducta. “Sucede con aquellos padres que son muy exigentes o madres sobreprotectoras que esperan mucho de los hijos”, dice la especialista.

La psicóloga clínica Leonor Díaz concuerda con su colega porque “es en la niñez donde se enseña a los niños cómo funciona el mundo y qué se espera de ellos. Es importante analizar los mensajes verbales y actitudes que se transmiten. Se debe inculcar la equidad en responsabilidades porque frases como: “Las niñas ponen la mesa” o “deja que tu hermana lo haga”, refuerzan la idea de que la mujer debe ser sumisa y complacer a los demás”.

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En la adolescencia también hay puntos que marcan la vida. Por ejemplo, cuando hay reuniones o un encuentro entre compañeros del colegio o vecinos, etc. y el chico sabe que tendrá que ver a ‘alguien’ que no lo trata bien, entonces surge la dinámica de querer contar con la aceptación social y por eso procura ser agradable para que lo puedan querer o aceptar, aunque eso signifique algún nivel de tristeza o sufrimiento.

Presente en ambos géneros

Este tipo de comportamiento en el que determinada persona tiene dificultad para tomar sus propias decisiones sobre su vida o la excesiva complacencia hacia los demás, puede presentarse tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, Díaz menciona que la balanza se inclina más hacia ellas “porque a nivel social, especialmente en países conservadores como Ecuador, la figura femenina es usualmente vista como la cuidadora y responsable del bienestar de los demás”.

En el caso de los caballeros, una de las causas para dicho comportamiento está relacionada con el rol de cuidador de sus hermanos que tuvo que asumir a temprana edad. “Los hombres suelen reprimir sus emociones, pero también pueden llegar a tener problemas de ira y frustración por tratar de agradar a los demás”, dice Hidalgo.

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Relación de pareja

Para Díaz, esta conducta puede presentarse dentro de una relación amorosa porque por un lado la persona está insegura y busca aceptación permanente, y por otro, está la persona dominante que para sentirse fuerte tiende a someter. “Quien tiene baja autoestima se va a colocar en la posición de salvador para de esa manera sentirse útil, querido y necesario”, comenta.

Señales

Las expertas describen varios comportamientos predominantes en quienes priman las necesidades de los demás frente a las suyas:

  • Siente miedo al rechazo y abandono, y por eso hace todo lo posible por agradar a los que le rodean.
  • Asume responsabilidades que no son suyas sin importar el cansancio, dolor o cualquier otra consecuencia negativa, mientras que los demás estén bien.
  • No puede tomar una decisión por sí solo y piensa mucho al momento de hacerlo porque necesita la aprobación del resto. Esto ocurre no porque ignora lo que quiere, sino porque tiene miedo de que la decisión que tome no le vaya a gustar a los demás.
  • Tiene baja autoestima, capaz de bajar la cabeza o ceder ante los requerimientos de sus amigos o familia.
  • Busca incesantemente afecto.
  • Son personas perfeccionistas, al punto de sentirse culpables si las cosas no salen como planificaron.

Qué hacer

  • Trabaje en establecer límites sanos. No se sienta mal por decir no a aquello que no le hace bien o no es su responsabilidad.
  • Aprenda a delegar tareas. No existen obligaciones solo para hombres y mujeres. Todos pueden contribuir de igual manera en el hogar o trabajo.
  • Es importante perder el temor de ser abandonados o rechazados. En una relación los roles deben ser equilibrados y compartidos.
  • Quite de su mente la idea de que el amor debe ser sacrificado y creer que si se hace todo por la otra persona, esta se va a quedar y lo amará más. Eso no es amor real.
  • Realice un ejercicio de introspección y observe si es honesto, justo y amoroso con usted mismo. A veces, al enfocarse en los demás y relegar sus deseos y proyectos, olvida que para que el resto esté bien, usted también debe estarlo. Repita: para tener una relación sana, primero estoy yo.
  • Enfoque su energía en aumentar su autoestima.
  • Busque orientación o ayuda psicológica para poder identificar la raíz de su comportamiento y así trabajar paulatinamente en un cambio que genere en usted reacciones positivas, y no actuar de forma dañina.
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Busque ayuda profesional

Si dentro de su círculo social ha identificado que algún familiar o amigo tiene este tipo de comportamiento, las profesionales consultadas recomiendan cuestionarlo de manera sutil, sin tono acusatorio. “Ya bastante mal se ha de sentir una persona que intenta satisfacer a los demás como para atacarlo o juzgarlo. Dele confianza, anímelo, hágale saber que si lo necesita, puede contar con usted. Motívelo a que converse su caso con un psicólogo para que juntos encuentren la terapia a seguir y así superar ese trastorno dañino”, dice Hidalgo.

Dato curioso

  • Socialmente este comporta-miento ha sido catalogado como el ‘síndrome de Wendy’, en alusión al personaje de la película de Peter Pan, quien prefería satisfacer a los demás a costa del bien propio. Sin embargo, este término no es avalado por ningún manual de diagnóstico psicológico.