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Atención. Conocer las situaciones que desencadenan estrés o ansiedad en las mascotas resulta vital para evitarle posibles consecuencias.Pexels

Perros y gatos: el estrés y la ansiedad también les afecta

Son muchos los factores que actúan como desencadenantes. El ruido, cambios de rutina, la falta de sociabilización. Expertas recomiendan cómo ayudar

Les ocurre como a las personas. Es posible que el perro y el gato de la casa enfrente en algún momento de sus días cuadros de estrés y de ansiedad. ¿Cómo identificar los síntomas y de qué manera es posible ayudarlos? Dos etólogas de animales guayaquileñas dan algunas pistas. Para comenzar son muchos los factores que actúan como desencadenantes del estrés. Los ruidos, los cambios de rutina, la falta de sociabilización y hasta un exceso de autoridad de sus tutores, son algunos. La crisis -por llamarlo de alguna manera-, aparece por nerviosismo, inseguridad o inquietud y produce alteraciones en el comportamiento de las mascotas.

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Para Melissa Vélez Schemankewitz, una psicóloga clínica graduada en la UEES, con estudios en comportamiento y entrenamiento canino en la Highland Canine Training School for Dog Trainers de Carolina del Norte (EE. UU.), en el caso de los perros, “los signos más comunes son dejar de comer, aislarse, tener miedo a los exteriores y el jadeo constante”.

También evidencia señales corporales, como los bostezos continuos, relamidas de los labios, tensión corporal, jadeo y babeo excesivo, temblores, pupilas dilatadas e hiperactividad. “El perro no puede estar tranquilo”, agrega esta especialista.

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Para comenzar son muchos los factores que actúan como desencadenantes del estrés.Pexels

En el caso de los gatos, los cuadros de estrés o ansiedad quedan en evidencia con “varios cambios conductuales como alteraciones en su actividad física, dilatación de pupilas, disminución del apetito, cambios de posturas corporales y faciales, maullidos excesivos, orejas aplanadas, eliminación en lugares inapropiados, aumento de la pérdida de pelo y de su acicalamiento, por mencionar las más frecuentes”, dice Fabiola Jiménez, médico veterinario, con un Máster en etología clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona, y cursa una certificación como entrenadora de perros de asistencia nivel 3 en el Instituto de Formación de Cerdeño (España).

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¿Cómo podemos ayudar a nuestra mascota? “La mejor forma de prevenir reacciones de estrés y ansiedad a futuro es la de exponer al perro desde etapas tempranas de su desarrollo a situaciones de la vida diaria de forma gradual, para lograr una buena tolerancia a dichas situaciones y poder ayudarlos en mantener un bienestar óptimo, por lo tanto, podrán ser perros con mentalidad más estable y felices”, dice Fabiola Jiménez.

Por su parte, Melissa Vélez sostiene que lo mejor es evaluándolo con un profesional. “A partir de eso se puede generar un plan para mejorar la situación”.

¿Cómo sacarlos de esos cuadros? Ambos especialistas coinciden que en cuanto una mascota -perro o gato- presente signos conductuales muy marcados de estrés y ansiedad, lo mejor es llevarlo al médico veterinario etólogo para que determine un diagnóstico correcto y poder tratarlos de la forma más adecuada.

Hay casos en los que su estado se complica con una afectación a su estado físico. En ese momento lo más recomendable es llevarlos ante el médico veterinario clínico. “Ambos especialistas trabajarán de forma conjunta para poder ayudar al paciente y a la familia en general”, agrega la etóloga Jiménez.

Señales a tomar en cuenta

  • En gatos: hacer sus necesidades fuera del arenal. Presenta las pupilas dilatadas, el cuerpo rígido y curvado. Coloca las orejas plegadas a los lados o hacia abajo. Ejecuta movimientos excesivos de la cola. Realiza vocalizaciones fuera de contexto. 

  • En los perros: intenta montar a otros perros o a personas, incluso si está castrado. Se muestra irritado, gruñe y enseña los dientes. Ladrar en exceso, aulla y gime. No tiene apetito, ni muestra interés por la comida o los premios. Presenta pérdida de pelo y caspa (crónica u ocasional). Jadea de manera excesiva. No para de rascarse o lamerse. Tiene micción o defecación excesiva.