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En la oficina. Ingrid Vaca, jefa de la agencia automotriz (Izq.), aparece con Mina en sus brazos. La gata es libre de recorrer la empresa.Ivonne Lago para Expreso

Mina, la gata que da atención al cliente

Fue adoptada por una concesionaria de vehículos en Guayaquil, donde ostenta el cargo de Directora de Caricias. Los vendedores la aman

Rubia natural, ojos verdes y muy atenta con los clientes, hacen de Mina la funcionaria más querida de una concesionaria de vehículos, a la que llegó hace dos años y no precisamente para trabajar.

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Se trata de una gata, de aproximadamente 6 años, que se refugió en el taller de dicha empresa ubicada al norte de Guayaquil y a la cual el personal de mantenimiento vehicular le daba de comer. “Y se quedó”, dice Ingrid Vaca, jefa de la agencia automotriz.

La funcionaria recuerda que la gata estaba flaca, era huraña y evitaba cualquier tipo de contacto con los humanos. Dormía dentro de los carros, pero jamás intentó cruzar al área de oficinas, que es donde actualmente se pasea como ‘dueña del negocio’ entre ejecutivos de ventas y flamantes carros que están en exhibición.

De hecho, Mina es quien recibe a los clientes, quienes responden el ronroneo de bienvenida con una caricia. También están los que prefieren apartarse para evitar cualquier tipo de contacto con el felino. “Pero son muy pocos, hay otros que la llevan cargada hasta la caja, la quieren”, recalca Ingrid.

Llegar a Mina no fue fácil. Fue una secretaria, amante de los gatos, quien con paciencia se acercó a la gata. Una vez que se ganó la confianza del animal, la llevó a la revisión veterinaria, donde se diagnosticó que pronto sería madre. Al poco tiempo parió tres gatitos que fueron adoptados por los oficinistas. Luego fue esterilizada.

En época de pandemia fue la compañera inseparable del guardia. Pero cierto día no volvió más. Cuando las esperanzas de que regresara estaban por agotarse, Mina apareció. Flaca, sucia y herida. La jefa del local habló con el dueño de la concesionaria, quien permitió que la gata se quedara dentro del local. Desde ese día no volvió a salir, “le cogió miedo a la calle”. La sala de exhibición donde posan los flamantes autos es su casa. Cerca de la entrada están su rascador, diversos juguetes con los que se entretiene cuando está de genio y los pocillos para agua y comida. El alimento es comprado con el dinero que se recoge entre sus ‘diversos adoptantes’, los que también se turnan para limpiar el arenero.

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El dueño de la concesionaria o su esposa, ambos residentes en Quito, también cooperan con todo lo necesario para Mina. Ella ostenta el cargo de Directora de caricias, nombramiento que consta en la escarapela que porta junto a un colorido lazo color rosa. Cada cierto tiempo, la gata es llevada a un local donde recibe baños medicados.

Cuando quiere descansar escoge cualquier silla, no importa si es de la gerente, vendedor o de algún cliente. Lo primordial es que Mina esté a gusto. Si algún asesor se halla con un comprador, la gata se sube al escritorio a supervisar el trabajo, aunque la realidad es que va en busca de caricias y atención, que recibe de inmediato. “Todos estamos encantados con Mina. La queremos. Se la han querido llevar, pero ella ya está acostumbrada a este lugar”, dice Ingrid, quien desea que otras empresas sigan el mismo ejemplo.

EL DATOUn estudio realizado en el 2002 por la Universidad Estatal de Nueva York, identificó que las personas “sufren menos estrés cuando sus gatos están con ellos, que cuando está alguna persona cercana a su entorno”.